DESPEDIDA
Ahora que ya no nos quedan lágrimas:
Todas huidas.
Ahora que ya no nos quedan fuerzas:
Las agotaste.
Ahora que ya no nos quedan besos:
Los evitaste.
Ahora que se perdieron las caricias:
Te dieron asco.
Ahora que ya no nos queda tiempo:
Todo el que te di lo derrochaste.
Ahora que es tu ausencia una costumbre,
y tu desprecio un hito.
Que la traición es tu marca registrada,
y has hecho de la mentira un gran monólogo.
Ahora que te has declarado en rebeldía,
pero solo en rebeldía de amar a quien te amaba.
Que has dictado sentencia y condenado,
condenado a guillotina a quien tenías a tu lado.
Que has hundido con saña, destruido,
todo lo que unidos con coraje levantamos.
Ahora que ya no oigo tus insultos:
es un alivio.
Ni tus desplantes, tus desaires, tus desatinos:
es un descanso.
Ahora que son pedazos las ilusiones: de cristal.
Los proyectos: de porcelana.
Ahora que te has llevado las emociones: como un tornado.
Todas tus cosas: como un trapero.
Ahora que de ti no has dejado nada, salvo el silencio.
Y que de mi te has llevado todo, salvo el silencio.
Ahora que has quemado los recuerdos,
borrado toda ilusión,
sembrado de desesperanza cada instante del día.
Ahora que has negado cualquier encuentro,
que tu deslealtad ha ensuciado cada espacio que ocupamos.
Ahora que con tu arrogancia has despreciado todas las preguntas.
Que con tu soberbia has arrollado todo,
y con tu orgullo desoído a todos.
Ahora que la altivez te lleva de la mano,
Que la coquetería se ha transformado en vanidad,
y que juntas os enseñoreáis allí donde
las miradas desnudan igual que despellejan.
Ahora que tu estela sólo deja decepción
y tras tu marcha se adivinan las huellas del desencanto.
Ahora que el egoísmo guía tus decisiones,
que la ira alienta tus arrebatos,
que devoraste toda ilusión.
Que destripaste como una fiera
a quienes aconsejando se te acercaron.
Ahora que nuevos aromas van ocultando,
fagocitando,
el fino olor de tus perfumes.
“…son tus perjúmenes mujer,
los que me sulivee…”
Ahora que el martillo de los relojes
va machacando el eco de tus voces.
Que de grandes y pequeñas cosas
todas tus huellas se van borrando.
Ahora que hasta tu recuerdo de mi desaparece:
como el humo.
Que tu rostro, en mi,
comienza a confundirse:
como las nubes.
Ahora, ahora sí, lo sé.
Es el momento de decirte adiós.
Y para siempre.
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