jueves, 5 de marzo de 2009

REVELACIÓN

REVELACIÓN


Ayer descubrí el tiempo de la creación,
o mejor:
la eternidad de un acontecimiento creativo.

Ayer, una octava sostenida atravesó un prisma de cristal
y un rayo de colores iluminó mi universo diminuto.
Se derramó,
como agua espesa,
la oscuridad negra por los bordes de mis límites.

Ayer se hizo la luz en la minúscula habitación de mi existencia:
paredes inacabadas y un techo mal apuntalado
delimitaban un cubículo que yo había soñado interminable.

No pude mirar por mucho tiempo el horror de la verdad.
No quise tocar,
ni por un momento,
la fealdad adherida a un horizonte tan cercano.

Ayer me vi a mí mismo:
las puntas de mis patas de araña posadas en ocho dimensiones.
A cual más inmediata.

Por primera vez me descubrí y no quise creerlo:
No puede ser cierto, estoy en un mal sueño
–me dije-.

Mañana. Mañana será otro día;
estoy pasando un mal momento.
Tengo... toda la vida por delante...
Todo el tiempo para alcanzar mis sueños,
lejanos, ¿pero imposibles?

Mañana es hoy.
Y hoy
Estoy muerto.

Se me escapó el momento.

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