lunes, 25 de mayo de 2009

DESPOJOS

DESPOJOS

Pierre se guillotinó la cabeza y
la dejó caer por la pendiente.
Quería saber qué se siente
viendo el mundo “rodaaar y rodaaar”.

Henriette se cortó las manos y
las regaló al afilador:
Pierre, el de la cabeza rodante.
Poco más podía hacer
con su vida.

A Jacques le segó los pies una soga
durante la siega.
Se sosegaron todos al verlo caer.
Era un capataz ingrato.
Thérèse cogió los pies, los de Jacques
Y se los dio a Henriette.
Antes de que se cortara las manos
Y de que se las entregara a Pierre.

Al volver, a Thérèse le arrancó una pierna
la máquina empaquetadora.
Con ella hizo un precioso fardo rojo.
Y azul.
Frédéric, el maquinista, arrojó el fardo a los cerdos.
Tan hambrientos que le persiguieron.
Y devoraron.
De Frédéric nada se pudo recuperar.
Salvo un meñique.
Que se encontró Edmond
Que entregó a Jacques
Que perdió los pies.
Por mirarlo.
El capataz. El ingrato.

Que recibió Henriette.
La que entregó las manos a Pierre.
El que rodó la cabeza.

¿Y qué fue de Edmond?
Se levantó la tapa de los sesos.
Se los comió.

Quería saber qué se siente
Cuando nada queda por sentir.
Edmond, él sí que fue valiente.

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