miércoles, 15 de julio de 2009

11ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com


“LA PECERA.”


Un portal estrecho y mal iluminado del que arrancaba una escalera más angosta si cabe. La huella de cada peldaño un vago recuerdo de la forma y el color original: no es que éstos tuvieran desgaste, es que tenían baches. Las paredes, hinchadas y despellejadas por la humedad; el hueco de escalera apenas una chimenea, un tubo de luz que difícilmente alcanzaba el rellano del primer piso en la mejor hora de sol. Ochenta y seis escalones, cuatro rellanos, tres puertas. Esto es todo lo que tenía que recorrer Augusto cada vez que iba a casa: cuarto piso de un edificio de casi cien años.
Lo heredó de su abuela, a la que, sin embargo, no prestó nunca atención. Era, primero: demasiado pequeño y demasiado distraído para hacerlo; después: demasiado mayor y demasiado egoísta. <<¡Cosas de chiquillos!>> <<¡Cosas de la edad!>> Justificaba ella cada vez que su nieto - el único- le negaba un beso. Y una disculpa siguió a otra según los años fueron pasando. La abuela lo perdonaba todo. Las burlas, los chantajes, las patadas, los golpes, los gritos, los enfados, el desorden, las infantiles rabietas que se transformaron en violentos estallidos de cólera, las amenazas verbales y físicas... Todo estaba bien, -porque era un chiquillo-, -porque era su único nieto-.
Estuvo bien cuando con cinco años volvió un día a casa lleno de arañazos de su primera pelea seria con un niño gitano. Estuvo bien cuando se quemó la mano con la estufa de la clase, aquellas antiguas de leña, porque -quería que le vendaran algo-. Estuvo bien cuando a los seis años ya fue expulsado por mala conducta. Cuando se burlaba del profesor cada vez que éste le lanzaba el cepillo de borrar y erraba el tiro. No es que el profesor fuera malo tirando, es que él era bueno esquivando. –¡Es de relisto mi chico!- Fue casi divertido escuchar a aquella ridícula señora quejarse de que su nieto, ¡Su Nieto!, -le había tirado una piedra que le había pegado en el hombro. –Pariente de la Juani tenía que ser, son unas locas-, pensó una vez que aquella

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