martes, 18 de agosto de 2009

ARRIVALS

ARRIVALS


Michelle saltó del avión por el muelle de carga:
no quería serlo.
Subida en un camión de queroseno
llegó hasta la puerta Arrivals.
Lo hacía saludando a las palomas.
Pura felicidad.

Pañuelo al cuello, de lunares blancos y negros.
Siempre evitó medias tintas.
Gorra de tela azul cielo,
como sus ojos.
Vestido de raso al vuelo,
jugando con la marea del viento.
Jugando a que veo y no veo.

Al otro lado del mundo,
del mundo de las aduanas,
esperaba Romeo:
piloto in péctore de día
de noche un bandido muy serio.
Con código de buena conducta
y satisfacción garantizada.
Y seguro de desempleo.

Atrás Michelle dejó las drogas
las drogas de su farmacia.
Había nacido farmacéutica.
Nacido y sido.

Capturó Michelle a Romeo
Con la mirada.
Él, tras una pared de cristal
Blindada.

Guardias enfurecidos.
Papeles cacheos escáner análisis de rayos X.
Guantes rosa de látex:
hipoalergénicos, suaves.
Anhedónicos.

Nada importaba a Michelle
Al otro lado estaba él.
Puede usted pasar, señorita.

Corrió. Corrió hasta Romeo.
Era mejor que el más dulce sueño.
¡Era real!

Olvidó maletas, bolsos y pasaporte.
Sólo corrió.
¡Oiga señorita, que se olvida!

Sólo corrió. Corrió y corrió.
Un corazón saliendo del pecho:
un tópico cierto.

Llenó de lunares el suelo.
También la gorra perdió,
la que era azul cielo.
¡Hermosa contradicción!
Michelle sólo corrió.

Perdidos en el deseo
se comieron a besos:
labios cuello pecho.
Otros labios.

¡Vámonos, vámonos de aquí!
Te esperé toda una vida.
Te busqué, tanto tiempo de cacería.
Olvidé qué se sentía.
Abrázame fuerte.
Estreméceme.

Si es posible, quiéreme.

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