miércoles, 5 de agosto de 2009

UN DÍA EN EL CIRCO



UN DÍA EN EL CIRCO


Saltan de tumba en tumba los enanos
Tropiezan los gigantes de la mano
Aplastan al público los elefantes
estos sí que son gigantes.

Apresan las fieras a los niños
de un zarpazo, de un mordico.
Gritan y lloran los payasos
sin nariz, sin sus grandes zapatos.

Se tira al vacío el trapacista
sin red, liberado al fin de toda una vida
en equilibrio.
Qué sacrificio.

Se flagela con el látigo el domador
sangra por todos sus años de maltrato.
Animal.

Tirada está en el suelo la contorsionista
partió su columna en el último acto.
Retorcida como nunca logró,
¡hoy sí que da el espectáculo!
Es por el dolor.

Muere lapidado el ilusionista
por aquellos a los que ilusionó engañando.
¿Venganza o poética justicia?

Muerde el brazo del cuidador el cocodrilo:
es su instinto.

Huyen a tropel los caballos
quieren hacer el máximo daño.
Enloquecieron de tanto dar vueltas y vueltas
a la pista.

Ardió como una tea el tragafuegos:
se atragantó con la última llama.
¡Sí que fue un número valiente!

Quedó mutilada en la rueda
la bella señorita:
brazos, piernas y cuello.
¡Qué bello sueño el de su lanzador de cuchillos!
Eludió con astucia la indemnización por despido:
ya sólo odiaba a su amada compañera.

De poco le sirvió
un tigre lo devoró.

Por una vez
El Mayor Espectáculo del Mundo
Lo fue.

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