domingo, 4 de octubre de 2009

29ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com



conversaciones con el tono subido. Así, si había alguna duda de lo que se dice, les hacemos un resumen en voz alta>>.
- Te he traído tu libro.
- ¡Ah! ¡Sí! El libro.
Angélica metió la mano en su mochila y extrajo “El Collar”, como ella lo llamaba; más corto e igual de bonito. Sobre todo porque el collar que ella se imaginaba tenía unas perlas preciosas. ¡Le encantaban las perlas! Si eran de calidad armonizaban con cualquier estilo. Cuando se ponía el collar de su abuela, y lo sentía gélido sobre su cuello, algo la hacía estremecerse. El tacto suave, el frío casi metálico cerrándose alrededor del cuello... Una sensación escalofriante que le recordaba a algo trágico, pero nunca acertaba a adivinar el qué.
- Toma, antes de que se me olvide.
Él lo cogió, más por educación y aprecio que por interés. En ese momento sus dudas, su curiosidad y sus preguntas iban por otro sitio; pero le pareció más correcto empezar por el principio. Y éste era el libro. Después de todo, ella no lo conocía de nada y, sin embargo, allí estaba: dispuesta, amable; incomprensiblemente generosa.
Para Augusto esto era una novedad que no terminaba de entender; por ello no podía evitar sentirse confundido y mostrarse indeciso. ¿Cómo una casi desconocida le ofreció algo sin pedir nada a cambio? Él, que había aprendido bien el estilo de no pedir para no tener que dar, que siempre había sido el paradigma de la autosuficiencia y la cicatería, se sentía atropellado por las circunstancias; dudando entre la tentación de aceptar, porque era ésta una forma de seguir viéndola, o mantenerse firme y no ceder a la debilidad. Esto último era lo que le había enseñado su abuela y él, aceptándolo como dogma de fe, siempre se mantuvo fiel a ese principio.
- No me acuerdo de qué va porque hace mucho tiempo que lo leí, pero creo que no me disgustó.
Augusto se vio forzado a salir de su ensimismamiento. Su cabeza era un hervidero de ideas confusas; si por un lado todavía podía sentir el terror del

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