domingo, 4 de octubre de 2009

34ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com


- Odio los crucigramas. No sé cómo la gente puede meter tantas horas rellenando casillas. A mí me ponen enfermo.
- ¡Pues a mí me gustan! –añadió ella, sintiendo cómo el agravio iba en aumento.
Augusto, que se dio cuenta de que continuaba metiendo la pata cada vez que expresaba su opinión, pensó si no sería mejor dejarlo pasar. Marcharse y desaparecer, así, bruscamente, sin más; como había hecho ella al salir de aquella librería. Sin embargo, la idea de huir nunca fue su estilo; pasara lo que pasase. Así que nuevamente se veía en la necesidad de enmendarlo. La duda era cómo, y el procedimiento debía ser exquisito para que no se notara. Esforzarse por ser amable le hacía sentirse ridículo, pero si, además, era descubierto, podía ser humillante.
- No sé... Quizás sea que no les he pillado el truco. De esas cosas las que más me van son los ejercicios en los que hay que comparar dibujos... y así. Los que son más visuales. Contemplar los engaños de Escher me encanta. Eso sí es maestría e ingenio.
Ella, que no sabía quién podía ser ese tal Escher, prefirió no preguntarlo; convencida como estaba de que esa conversación no podía llegar a ninguna parte. <> -pensó- <>; le parecían juegos de niños, pero de esto tampoco dijo nada. Su estado de ánimo nadaba entre el enojo y la curiosidad. Si por un lado quería irse, por otro, era incapaz de despegarse de la silla, así que como su té se había acabado pidió otro.
- ¡Antonio! ¿Me pones lo mismo?
El ventilador había movido el aire y ella notó un olor extraño. Miró a su alrededor buscando el origen pero lo único que tenía cerca era su vaso vacío... Y Augusto. Olió el vaso para asegurarse de que el té no podía haber dejado semejante aroma e inmediatamente se dirigió a él, preguntándole:
- ¿No hueles algo raro?

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