lunes, 12 de octubre de 2009

39ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com



- ¡Oh! Ya está perfectamente, tranquila. Me hiciste un gran favor. Si no es por Valerié, igual todavía estoy debajo de aquel árbol.
- ¿Qué Valerié? –preguntó ella sorprendida.
- ¡Tú! –Augusto estaba desconcertado.
- ¿Y por qué me llamas así? –replicó notoriamente molesta.
- ¿Cómo quieres que te llame? ¿No te llamas Valerié?
- ¿¡Quién te ha dicho eso¡?
- Nadie. Lo supuse.
- Pues antes de suponer por qué no preguntas. –Como un crescendo su indignación y sorpresa crecían hacia un peligroso clímax final.
- No me hace falta preguntar. Suelo tener buena maña con los nombres.
Augusto mentía nuevamente. Era un auténtico desastre con los nombres de las personas. En realidad no es que tuviera mala memoria, todo lo contrario; es que los demás le importaban un bledo y por ello sus nombres no le decían nada especial. Por ello, cuando alguien atraía su atención, en la configuración mental que él se hacía de las personas también buscaba en los archivos de la memoria el nombre que más encajaba con el modelo. Y el de ella, sin duda, era Valerié.
- ¡Pues te has colado! ¡Me llamo Angélica! –machacó ella secamente.
- ¿Angélica?
Tal fue la expresión de sorpresa y desagrado que ella lo sintió como un insulto. Después de todo, qué hay más importante, para la mayoría de los mortales, que su propio nombre. La representación esquematizada, resumida, densa como la materia oscura aunque no tanto como esa otra materia, más oscura, de la que estamos hechos, que el nombre. Un puñado de símbolos, ininteligibles para otras culturas, detrás de los cuales se esconde lo mejor y lo peor, sobre todo esto último; lo que somos. Fonemas por los que siempre volvemos la cabeza; orgullo de nuestra existencia, bandera de nuestra patria más querida: nosotros. Futileza, a ser posible con mayúsculas, de nuestra efímera vida cuyo propósito final no es otro que el de convertirse en adorno lapidario mientras no nos desahucien de nuestra última morada. Y lo que quedamos: un fino trabajo de talla grabado con oficio en un

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