lunes, 25 de enero de 2010

BORRADO


BORRADO


Si pudiera olvidar todo lo que aprendí:
por no ser cierto.

Si pudiera olvidar todo lo que de niño soñé:
por inútil.

Si pudiera olvidar todo cuanto quise:
por imposible.

Si pudiera olvidar todo lo amado:
por malgastado.

Si pudiera olvidar todo los besos de dos carrillos:
por falsos.
Y los de lengua de trapo:
por ásperos.

Si pudiera olvidar a todos mis amigos:
por haberse ido.
Y a todos mis enemigos.
Por lo contrario.

Si pudiera olvidar todo el trabajo en obras de caridad:
por perdido.
En proyectos de gran trascendencia social:
por lo mismo.

Si pudiera olvidar las ilusiones depositadas:
pisoteadas.
Todas las esperanzas:
desesperadas.

Si pudiera olvidar todas las pesadillas que me rompen el sueño:
por agotadoras.
Todo lo que veo despierto:
porque me da pesadillas.

Si pudiera echar el telón
de este teatro del absurdo y el esperpento.

Si pudiera silenciar todas las voces
de los necios soberbios.
Los que nunca hablan, siempre gritan.

Si pudiera cerrar los ojos un momento
un instante perfecto,
en posición fetal me refugiaría en la noche del fin del mundo.
Y en el relámpago clarividente anticipatorio de la muerte
encontraría la paz del misionero repartiendo caridad.
El descanso del soldado apostado en su trinchera.
El alivio de la razón
contenida en el diminuto frasco de la verdad
destilada gota a gota.

Si pudiera, sólo si pudiera.


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