martes, 23 de marzo de 2010

O´CLOCK




O´CLOCK


Giran las manecillas del reloj.
A contrarreloj.
Honey, ¿dónde estás?

¿Qué fue de ti, de mi?
De aquello.
¿Sirvió de algo todo esto?

Creí un día verte entre las sombras de un mercado.
¡Cuánto me costó reconocerte!
Honey, ¿dónde estás?

Te vencieron los años como nos vencen a todos.
Te pasaron la cuenta tus errores.
Como nos pasan a todos.
De todo. De todo hay que rendir cuentas.
A todos y por todo.
¿No lo sabías?

Honey, ¿dónde estás?

Mentiría si dijera que sentí lástima por ti.
También por mí. Por esto y aquello.
No terminó la vida como lo quisiera yo.
Tampoco lo mereciste.

Han pasado veinte años
desde la última vez que nos amamos.
¿En verdad lo hicimos?

Honey, ¿dónde estás?

Ya no recuerdo.
Parece cierto que la soledad y el desamor
van de la mano.
Y en torno a un punto de giro dan vueltas al tiempo.
Del reloj.
A contrarreloj.

Rotas están nuestras manos, de tanto agarrarnos,
al dolor.
Rotas están las manecillas, de tanta vuelta inútil:
al reloj.

No hay comentarios:

Publicar un comentario