domingo, 6 de junio de 2010

COMPRAS


COMPRAS


Yon el chatarrero pasa por la vida,
de los otros,
recogiendo corazones rotos.
A peso los paga.
A poco peso.

Los niños descalzos le persiguen mendigando un abrazo.
No hay limosna suficiente para todos.

En el mercado de abastos una mujer gruesa,
muy gruesa,
ha hecho acopio de almas perdidas para cocinar un buen caldo.
Hoy estaban de oferta, es este un buen otoño y abunda la cosecha.
Ha bajado el precio, a nadie ya le importan.
Quien más, quien menos
ya vendió su alma al diablo por pocas razones.

Así que Lusinda, la mujer muy gruesa,
hoy hará su caldo de almas y una crema de lealtades.
Después de todo, las van dejando por ahí.
También se hundió el precio de éstas.
De año en año van perdiendo su valor.

Yon el chatarrero y Lusinda, la mujer muy gruesa,
forman una buena pareja.
Con buen ojo para las gangas y mucha paciencia
hicieron gran fortuna mercadeando desdichas,
revendiendo traiciones,
apostando a la trampa más alta,
regateando verdades,
para luego hacer un buen tejido de mentiras.

¡Llévese hoy este paño, caballero! ¡Hará que le sonría la vida!
¡Compre señora, y se hará con él un traje!
¡De verdadera señora!
¡Apuren, apuren que me los quitan de las manos!

Hoy entre el gentío un niño harapiento y solitario.
No comprende lo que pasa
No entiende lo que ve
No cree lo que oye.

Le echaron de casa sus padres.
¡Por decir la verdad!

No sabe a dónde ir.
Nada es como le enseñaron.
Llora porque todo es falso.
Pero sólo llora él.
Yon, el chatarrero chamarilero,
recoge las lágrimas en una palangana.
Lágrimas de niño desdichado, piensa,
tengo clientes que pagarán una fortuna por ellas.
Para bodas, bautizos, funerales.
Para te quieros de mentirosa.
Para amores eternos.
Para amantes que pretenden ser sinceros.

Yon y Lusinda han abierto sucursal de su negocio en el mundo entero.

Hay lista de espera en cada uno de ellos.

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