jueves, 5 de agosto de 2010

NI UN ALFILER


NI UN ALFILER


Contra la alfombra aterciopelada de los cobistas e interesados
La áspera estera de los desagradecidos e ingratos.
Adula y sonríe sólo el que quiere algo.
Y cuando lo quiere.
Que es siempre a su orden y antojo.

Del resto no verás sino rencor y desprecio.

Resentidos quedan los que de ti no oyeron lo que esperaban.
Ni obtuvieron lo que deseaban.
Surgen los enemigos por cualquier bobada
desde la mañana al final del día.
Y para toda la vida.

Tiene el odio aliento propio y contagioso
Con qué finalidad se propaga.
Sí que es este una pandemia.

Resulta la vida una pelea a cuchilladas.
Sobrevive el más rápido, fiero.
Carnicero.

Le dije a John que no tenía razón.
A Laura que estaba equivocada.
Que no podía ser a Andrés.
Que no, que no y que no a cuantos creí que no.
Resultó como esperaba:
ya no me dirigen la palabra.

De tus obras, malas y buenas, sólo quedan enemigos
deseándote una vida dolorosa y corta.
Y como hienas viven ríen se comportan:
cazan en grupo aunque entre ellas despellejan.
Rápido se multiplican los que sólo critican
aunque poco más sepan hacer:
mal hablar y procrear.

Son tantos los que no perdonan que apenas quedan nombres sin tachar
de la agenda que me regalaron al empezar.
Por esta tierra no volveré, ya nunca más.
Por su gente no clavaré, ni un alfiler.

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