viernes, 13 de agosto de 2010

VECINOS


VECINOS


Hace días que no te escribo y hoy te eché de menos:
pensé en aquellas cartas de amor que nunca nos mandamos.
Las frases bonitas que no nos susurramos.
Las caricias que se quedaron tímidas,
abrazadas al calor tibio de una taza de café:
amargo silenciosa.

Hemos dejado pasar el tiempo
tal vez la vida entera
para sólo mirarnos. Acaso espiarnos:
tras la mirilla de la puerta
en la cola del pan
en los primeros pasos de la acera.
Por el hueco de la escalera
en el oscuro del rellano
en el negro del buzón.
¿Será la carta de amor que ella tanto espera y se la lleva?

No dimos los pasos necesarios.
No fueron suficientes las excusas:
¿te queda sal azúcar arroz harina leche condensada mermelada?

Hoy es mi sesenta cumpleaños. Sesenta, seis meses y seis días.
Y voy a dar la fiesta que todo el mundo espera.
Pero sólo para ti.

Abriremos las mejores botellas que nos quedan.
Tu música favorita en la gramola.
Haré tarta de nueces, bizcocho de moka.
Crema de piña y ciruelas glaseadas.
Te invitaré a bailar sobre la alfombra del salón.
Te miraré de arriba abajo. Como si aún no te conociera.
Como si esta noche fuera la primera.

He hecho muchos planes. Todos, excepcionales.
Querremos decirlo todo y son pocas las cosas que tenemos que contarnos.
¿Hay algo de nosotros que aún no sepamos?
Vecinos, al fin.

Hoy será el último día de escucharnos tras la puerta.
Porque será la primera noche
que juntos,
estemos en el mismo lado. De otra puerta.

Recojo todo, me escondo, me pongo nervioso y me apresuro.
No quiero que me veas hacer planes y esperarte.
Otra vez, espiarte
por el hueco de escalera.

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