lunes, 24 de enero de 2011

70º


70º


Por alguna razón que no conozco,
o por muchas pues no conozco ninguna,
has vuelto por donde solías:
calle arriba, calle abajo, frente a la estación de Atocha.
¿O era Kings Cross?
Tal vez fuera Gare d´Austerlitz. Anyway, sigamos adelante.
No parece esto importante.

De absenta en absenta y de bar en bar,
aleccionabas a todas con tu no saber estar.
¡Qué modales! Qué ausencia de ellos.

Te vi el otro día, después de tantos años.
Tenías barriga de notario, legañas de cupletista
y la mirada abstraída de artista.
Pero habías perdido toda ambición.
Parece que la vida te trató mal.
O quizás no, pues tú a ella la trataste aún peor.
En verdad, la maltrataste.

Tus piernas varicosas han perdido la seducción.
Tus manos pellejudas aunque gruesas,
amarillas de humo y temblorosas del alcohol
ya sólo dan caricias por dinero.
Por poco dinero.
De seguir así, acabarás pagando por que te den.
Caricias, digo. Entiéndeme bien.
Qué cosas, hay quien nace hijo de puta
y se vuelve puta.
A la vista está que tú también.
Tu cara. Tu cara… de tu cara mejor no digo nada.
Con lo que un tiempo fuiste…
y el asco que aquel día me diste.
No dirán de ti que quien tuvo retuvo.
Hablarán de todo menos bueno.
¡Qué esperabas!

Me cuentan que andas pidiendo en el metro:
para el bus, para el tren. Para todo.
Pero lo que haces es, beber.
Te subiste al tren equivocado. Marcaste tu destino.
Lo torciste.

No podrás recuperar la vida que tenías.
Ni alcanzar los sueños que soñabas.
Todo lo perdiste.
Los amigos que lo fueron, también abandonaron.

Hoy me siento generoso y te deseo lo mejor.
Quizás porque en tu caso, ¡es tan poco!



No hay comentarios:

Publicar un comentario