martes, 18 de enero de 2011

SEMANA BLANCA. INTERMINABLE.


SEMANA BLANCA. INTERMINABLE.


Felicidades por tu cumpleaños.
Felicidades tardías porque me había olvidado.
Como nos olvidamos de todo. Empezando por nosotros mismos.
La pasta de los recuerdos también es materia caduca.
Como caducaremos tú y yo. Si es que no lo hemos hecho ya.
¿Es un recuerdo o fue un sueño el tiempo que nos prestamos?
Porque darlo, darnos ni un sencillo beso.

¿Fue por ti o por mí que nos venció el frío?
¿Fuiste tú o fui yo el que no se decidió?
Puede que la cautela o la buena educación.
Pero se nos pasó el tiempo subido en un tren expreso
que se perdió de la vista por donde se juntan las vías.
Ese lugar infinito que nunca lo presenciamos.
Por no ser nunca presentes, ¿somos impresentables?

Sí que presentes tengo nuestros paseos de playa.
De aquella semana blanca. Que además de blanca fue santa.
Santa por todo.
Tirándote tú por el barro, porque esquiar, esquiar en realidad no sabías.
Tampoco lo qué querías.

Pasado el tiempo, te vi a lomos de una gran moto.
Paquete de categoría. Parecías… ¿feliz?
Afirmarlo, no sabría.
Igual que no sabría decir si los perros, antes de morir,
te recordaron.

Me dijeron que habías enderezado tu vida con un apuesto comerciante.
Tu vida y tus finanzas, que era lo que pretendías.
Hoy no puedes negarlo: llenas de fotos la pared y la red.
Quizás para no perder la pasta. La pasta de tus recuerdos.
Y de él.

Nada de esto me duele, sin embargo.
Me alegro de verdad por vos.
Viéndoos juntos, parece que hayas recuperado la voz.
Tanto que te atormentaba tener que quedarte callada.

Yo, ya me ves. Poco he cambiado. Soy el idiota de siempre.
Murieron los perros que conociste, y me morí yo un poco con ellos.
Sigo viajando ahora en solitario.
Terminadas dejé mis obras, no obstante.
Las pequeñas y alguna más grande. Demasiado.
Cumplo años, aprendo, olvido.
A veces creo que del aire me mantengo.
Enfermó la higuera, hubo que cortarla.
Vendí el barco y, con el dinero, ahora doy la vuelta al mundo.
Qué paradoja.
He visitado muchas ciudades, la que más me gusta…
Las plantas de la escalera se han quedado marchitas…
Esa vecina del quinto, se casó y marchó del barrio…
Supongo que te alegrará saberlo…
Ya no vienen…

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