martes, 15 de febrero de 2011

JOU PACATO


JOU PACATO


Me escribe el administrador, diciendo que delatándome andas.
En tu línea: con cobardía, por la espalda.
Maldito saco de mierda, mira que eres imbécil.
¿Creías que no me iba a enterar?
Imagino quién te habrá escrito la carta,
ya que tú no sabes unir una letra tras de otra.
Si hasta habrás tenido que pedir ayuda
para no pegar el sello torcido.
Que distinguir no sabes, el revés del derecho.
A chuparlo no habrá hecho falta,
siempre fuiste un chupatintas.
Falso pelota baboso y traidor.
Porque de frente no vas, ni aunque sea a por pan:
natural, cómo si ni dos dedos de frente tienes.
Ni creo que diferencies, el pan de la mierda en harina envuelta.
Cómo hacerlo, siendo parte de ella, desde el día que te escupieron.
Porque parirte no te parieron.

En un pesebre ocurrió aquel trance. Como el mismo niño Jesús.
Pero a ti te pateó la burra. Y aunque idiota ya eras
a ti te confirmó para siempre.

Desde entonces vas por la vida gritando.
Por ver si así te respetan.
Porque eres de los que creen, que para tener razón
todo hay que decirlo chillando.

Como te gané la partida, todas las partidas,
ahora te come la rabia. Y como perro rabias y ladras.
Por eso cuando te dan la espalda, muerdes a ver si contagias.
Pero hasta para esto eres tonto. Y en tus propias babas
te atragantas.

No podía ser de otra forma, y te acompaña la suerte del tonto.
Pues tonto de remate eres.

Mejores que tú se fueron, y a ti te conservan los años.
Será porque de tanto macerarte en vinagre
no te mueres aunque todo corrompes.

De todo hablas mal. A todos calumnias y difamas.
Y como no te soportan, te quejas porque te extrañas.

Cara de mulo tienes, ideas de borrego tonto. Solo te falta el rabo
para hacer de ti un torico.
Qué más quisieras, si no teniendo cojones,
mira cómo fanfarroneas.
¡Y aún hemos de verte en misa, dando a todos la mano!
Siempre me pregunté por qué no te perdías una.
Hasta que vi la razón, de que ahí te encuentras con judas:
esa familia, que tanto une.

Al dios de la venganza rezas,
el rosario del rencor del cuello te cuelga.
La envidia te corroe por dentro. La miseria de la que estás hecho.
Incapaz de ver más allá, de lo que tus narices alcanzan.

Atontado naciste, embobado vives,
morirás dejando un cadáver estúpido.
No sé qué haremos contigo, porque ni para estiércol vales.
Así que habrá que mandarte lejos,
pues con tu inútil vida, desaparecer,
es lo mejor que puedes hacer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario