martes, 15 de marzo de 2011

RELOJ


RELOJ


Día a día vamos perdiendo la cuenta
de nuestros ajustes de cuentas:
ganados o perdidos.
Si son más éstos últimos,
¿quién se queda las batallas ganadas?
¿Y por qué? ¿Es valía o fortuna?
¿Y por qué?

Día tras día pienso que tal vez merecimos algo mejor.
Y me torturo con la idea hasta que desfilan ante mí
aquellos que, también mereciendo algo mejor,
están peor.
Tantos que siento vergüenza y miro hacia otro lado.
A ese punto donde sólo hay paisaje,
evitando la caravana de harapientos mugrientos hambrientos.
La franja del horizonte que me sugiere creer en el futuro.
Precisamente, porque en él no hay nadie.
Tampoco tú, que fuiste un encuentro casual y accidentado:
nada comparado con los accidentes que siguieron a continuación.
Maldito ajuste de cuentas.

Día tras día madres de todo tipo salen de cuentas:
madres queridas mimadas felices acompañadas.
Madres solas solteras tristes olvidadas.
Madres violadas abandonadas desesperadas.
Madres que lo desean y que no quieren serlo. Madres al final,
ajustando la cuenta que con la vida toca.

Día tras día vamos encajando las piezas de todos los juguetes
quehaceres sueños promesas corazones rotos.
Disimulando la incoherencia que suponen los pedazos perdidos.
Y completamos la ilusión de que aquí no pasa nada.
Seguimos adelante a medias convencidos a medias engañados
De que también con esto podemos.
Nos olvidamos de que no era esto lo que queríamos.
¿Cómo haremos para brillas de nuevo?,
llevando tantos años apagados.

Día tras día es sólo una hilera de orugas. Con torpeza
encaminándose hacia el único propósito marcado ya
antes de nacer:
el de la supervivencia.

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