domingo, 28 de agosto de 2011

REMENDÓN



REMENDÓN


A lomos de un lejano cercanías de sangre y fuego
entraste en el congreso cual jefe del estado.
Estado que no merecías.
Jefe que nunca mereció ese estado.
Pero así estaban las cosas en esta tierra de acomplejados y cobardes.

Quisiste impresionar al mundo entero
y tomaste decisiones en caliente. Tanto,
que por tu borrachera bisoña nos quemamos.
Todos menos tú, por el momento.
En realidad, nos humillamos como siempre.
Tú, nos humillaste como nunca.

Obsesionado por demostrar que tu sonrisa era sincera
impulsaste cambios reformas leyes. ¡ay, las leyes!
Te hiciste fotos con todos los públicos,
menores de edad trato especial.
Miembro de todos los clubs:
sólo en el de la comedia aún no te han echado.

Ávido de liderazgo, creaste una alianza a tu imagen y semejanza:
de civilizaciones, nada menos. Nada más civilizado.
A trompicones, por otro lado.
Con los extravagantes y charlatanes del mundo te encamaste,
tú, que de coaliciones ya probadas rápido te descolgaste.
No fueran a confundirte con un líder gregario.

Lanzado al estrellato, repartiste cargos como cartas:
siguiendo la mano. La seguridad que da ser el boss de la mesa.
-ha llegado un nuevo croupier a la ciudad.
Así completaste tu catálogo de frívolas superficiales,
que recién ascendidas posaron vestidas de gala en la prensa de moda:
la del ala que más convenía.

Derrochaste el dinero heredado,
fortuna no conquistada es fortuna dilapidada,
en ministerios inútiles. Y a la nómina del estado
cargaste tus nuevas compras.
Adquiridas en un calentón aquel día que preferiste irte a la ópera.
Fuera se quedó Polonia. Siempre es mejor que una invasión.
Tan pacifista tú.

A golpe de talonario compraste votos.
Más a los que no dan golpe:
peonadas alimenticias.
Voto mendigo:
papeles para todos.
Con malas artes de mago contentar el peor hembrismo quisiste:
pergeñando ad hoc una ley desigual que por igualdad bautizaste.
Tú y tu frívola Bibí.

Aprovechándote de la mala memoria
otra mala ley de memoria fue impuesta
a todos los que recordar dolía.
Pocos nos dimos cuenta de que, entre otras maldades,
también eras un resentido. Queriendo hacernos pagar a todos
por antiguos errores por otros cometidos.

Vientos de escasez llegaron
que espejismos de la abundancia barrieron.
Nuevamente, tú con el paso cambiado.
Negando la mayor con tu mejor sonrisa de plástico.
Tarde para reaccionar, dejaste a medio país en el paro.
Comiéndose los brotes verdes a falta de mejor carne.
Macrobióticos sin alternativa.
A ti qué más te da, ya tienes el futuro claro:
cierro el chiringuito y me largo. Que demás he trabajado.

Nada te importa ya, y como el humo te vas disipando.
De tus amigos, distanciando.
De los enemigos, mejor no hablamos. Transparentarte buscas.
Sea mejor cuanto antes.

¡Ahí os quedáis, cabrones!
Antes eras un pancartero, ahora poco más que un haragán.





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