viernes, 23 de septiembre de 2011

OFICIOS



OFICIOS


Desde que dijeron que era un hombre orquesta
no he parado de tocar la gaita.
Alguien me llamó soplagaitas
y empecé a soplar las velas en todos los cumpleaños:
envejecí rápido y tuve pronto que dejarlo.

Me pasé a los bautizos, rejuvenece más.
Diez lustros me quité de encima. Tanto se notó,
que un día me excomulgaron.
La envidia, que es mu mala cosa.

Sin iglesia credo ni religión
ingresé en la oenegé Los cazadores de sorpresas.
Buscaba algo menos aparatoso, pero ahora todo está bien organizado.
Por ello fundé la OOO, Organización para Organizar Organizaciones,
y fue un absoluto fracaso.

Comprobé lo que ya sospechaba:
no a todo el mundo le gusta que le organicen el resto de su vida.
Prefieren un desenlace suicida.

Me pasé a las pompas fúnebres, como medio de vida.
Una ironía, puesto que lo que había en medio delante y detrás
era la muerte.
Pero al menos los muertos no discuten.
Y como el que calla otorga es como si te siguieran la corriente.

Cansado de tener siempre razón
ingresé en el cuerpo de los Desposeídos Oficiales.
Con dolor aprendí qué significa que nunca te la den. Esa razón, digo.
Acabas por deberle todo a todos.
Y tu vida se convierte en un favor. De los demás.

No soy hombre de deudas, así que me hice prestamista.
Nada como ver que todos los demás, además de deberte algún favor,
también dinero.
A veces la mano de algún gánster asesino. Me interesó,
e ingresé en el Crimen Organizado.
Dada mi dilatada experiencia anterior, cómo si no.
Por organizado, me refiero.

Pronto mis métodos, más brutales y sanguinarios que ninguno,
fueron copiados y crearon escuela.
Aprovechando el tirón abrí una academia,
y en menos de un año fundé mi primer colegio:
de gansterismo con programa de objetivos y mejora de la competitividad.

Hoy atiendo a los indecisos del mundo:
les doy clases de todo para que al final no se queden con nada.
Así, entre duda y duda,
crece la clientela y yo me forro.

Cuando gane mi primer billón, tengo previsto abrir una fundación,
como hacen los que grandes fortunas tienen,
y dedicar todas mis ganancias a la maledicencia, la malquerencia
y la malversación. Puritita conversión.
De sentencias y capitales.
Así, crearé una sociedad paralela;
refugio de escapistas y desanimados.

Nunca quise ayudar a los demás, pero finjo que lo hago
y todo tendrá sentido.

No me quejo, porque después de tantos años he encontrado mi camino.
Pocos pueden decir lo mismo.

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