sábado, 17 de septiembre de 2011

OPERADOR


OPERADOR


Han regresado los turistas de sus viajes por las salas de los espejos.
Reflejos de la ilusión engañosa
que viene empaquetada en quince días.
Todo incluido excepto la felicidad:
ésta se paga aparte. Otro opcional.

Han vuelto con nuevos compromisos en fascículos coleccionables:
para no olvidarse. Mejor quincenales.
Tampoco hay que pasarse.

Han vuelto los turistas, repletos de sal y sol.
De recuerdos duty free y de cultura.
Cultura para turistas, toda a un dólar.
También de comida, normalmente basura.
Con la cabeza llena, de información y datos inútiles,
y la cartera vacía, por comprar cosas inútiles.
Aquellas que aseguran la supervivencia en la selva diaria.
Vacío es también el sinsentido de volver al origen
sin haber encontrado el sentido.

Turista por fin realista, de una vida a bajo coste.
Con todo incluido:
facturas impuestos paro. Gritos divorcio hijos.
Ah, esos hijos, qué grandes. ¡Grandes hijos de puta!
Más cuanto más grandes.

Han retornado los turistas del parnaso.
Donde ahí mandaban como generales,
aquí obedecen como soldado raso.
Por si acaso.

Vuelven a casa los turistas.
Víctimas de las drogas y carteristas.
De touroperadores y del overbooking.
Otros carteristas.
De guías despistados y taxistas desorientados.
De avisos en idiomas raros y señales indescifrables.
De carteles en sitios equivocados y puntos de desinformación turística.
De precios desorbitados. Claro, ¡son especiales para turistas!
De comidas frías, bebidas tibias, helados calientes.
Productos de segunda mano.
Servicios de ninguna.

Ya están en casa los turistas. ¡Deseaban tanto volver!
Tanto como ahora volver
a marchar.

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