miércoles, 28 de marzo de 2012

NANA PARA UN ABUELO







NANA PARA UN ABUELO


Que sí que no que caiga un chaparrón:
si nos cae más agua nos ahogamos.
Con azúcar y turrón:
con sal en las heridas y carbón piedra sobre la cama.
Para que te jodas y calles. Basta ya de decir que no tienes con qué calentarte.

Que no vengan a vernos ni a socorrernos.
Y a molernos a palos y robarnos a poco que nos descuidamos.

Que no nos pidan autógrafos y firmemos un testamento algo incierto.
Incierto por inseguro. Y aunque no sea correcto, por incorrecto.

Que nos traten con amor cuando nos están encerrando.
Y cuando no también.
Que no nos digan te quiero, y ya que he venido hasta aquí
todo lo que te queda me lo llevo.

Que no nos desnuden y nos abandonen en la calle. Al menos,
en las gasolineras siempre para alguien.

Que los servicios sociales sean más sociales y no nos cierren el servicio.
No estamos para auto sufragarnos con la pensión que nos dejan.

Que no haya enfermeras piadosas que nos quiten de en medio por la vía venosa.
No lo nieguen, resulta penosa.
Que no haya auxiliares psicópatas que a la cama nos amarren. Y abusen.

Que no haya empresa privada que la cocina controle:
nos aguan la sopa y el caldo de gallina.

Que las noches sean silenciosas y el vigilante nocturno vigile.
Y no se meta en las habitaciones vestido de nazi.
Que con la porra hace daño y su mirada es salvaje.

Que no haya muyahidín que nos lea el corán.
Y con su AK-47 nos haga repetir Al salam Al salam.

Que no nos dejen el televisor encendido
en programa continuo de 24h GH 32, porque espain is diferen.
Que no haya teletienda ni videntes ni tarot ni gana un millón.
O dos si llamas a tiempo y respondes cuántos son dos más dos.

Que no haya suplementos vitamínicos para halterofílicos.
Ni colchón antiescaras ni grúas especiales ni sillas mecánicas.
Que todo es una escusa para engordar la factura.
Y engordar el pez gordo que todo esto controla.

Que no haya que decir sí señor no señor. Ni duchas frías.
Ni medidas de contención. Ni correas ni toallas
ni almohadas sobre la cara.

Que no haya elecciones para que a babosearnos no venga la ministra del ramo.
Del ramo de flores que siempre en la recepción le regalan,
y en el jarrón yo las meto a las flores y a ella,
para que sirvan de algo aunque sea por un rato.

Que no haya herencia que repartir, para que,
ya que como viejos y por viejos no nos dejan vivir,

al menos sí nos dejen morir.

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