jueves, 15 de marzo de 2012

POSADA







POSADA


Hoy me retiro a descansar. Quiero portarme mal.
Dejaré para mañana lo que tenga que hacer hoy.
Y lo que hoy es urgente mañana será más.
Esto sí que mola: fastidiar.

Colgaré mi ropa de obrero en la percha del jefe,
que él sí que es un perro verde,
y saldré corriendo calle abajo.
Luego, ya en el cruce donde se me cruzan todas las ideas y deseos,
todas las rabietas y dulzuras, éstas menos,
tomaré camino arriba.
Recto al monte. Que no me vea nadie.
Ni marchar ni quedarme, o me quitarán el sitio los envidiosos.

Adelantaré en raya continua, tocaré la bocina a las viejas,
y los viejos, no me vayan a acusar de micromachista,
palabro adecuado a nuestro tiempo de soplagaitas y beatas
en permanente estado de rabieta.
Ya lo decía Freud, hay que follar más y peor.
Dejar los buenos modos para el altar y poco más.

Llegaré a mi destino rompiendo récords. Récords de desobediencia civil.
Y si es preciso militar, que nunca sabe uno en qué ejército está.
No respetaré ninguna señal:
de prohibición de sugerencia de advertencia.
De sí señor no señor. Todas de obediencia.
Civil o militar, lo mismo da. Sabemos que siempre hay alguien dispuesto
a mandar. A los demás.
No dejaré bar sin frecuentar ni papelera sin quemar.
No cogeré autoestopistas si no es para llevarlos en dirección equivocada.
Alejarlos del destino para perderlos definitivamente:
sea realidad eso que tanto sueñan y no pueden.
No me detendré cuando la autoridad me lo pida,
ordene, que la autoridad nunca pide nada.
Aceleraré cuando me digan frene.
Y por sus caras de sorpresa, ante el conductor rebelde,
veré que por fin estoy haciendo lo correcto.
Y lo que quiero:
mandar a tomar por culo a todo conocido.
Persona, jerarquía o cosa. No quisiera verme yo mezclado en asuntos turbios.
Pues para sucio ya estoy yo.

Llenaré el depósito con gasolina robada,
mejor de algún coche oficial que tiene más octanaje,
y en un par de acelerones me planto en el otro lado de este mundo.
Que mundos hay muchos y quiero yo clarificar.
Iré perdiendo combustible, para dejar un reguero visible.
Y porque una vez en el lugar elegido,
me bajo me planto y me enciendo.
Prendo fuego al coche con lo que lleva dentro,
pertenencias inútiles del lugar sin interés donde viví,
y del coche al reguero.
Arderá todo el camino, este es mi propósito:
que no quede rastro de mí, ni del lugar de donde partí.
Para no poder regresar.
No es que quiera volver a empezar porque sé que volveré a equivocarme
es que no quiero arrepentirme, y retornar.
Conviene protegerse contra la debilidad.

Hoy puede ser un buen día, rara vez tiene uno la oportunidad de reconsiderar
el momento idóneo para terminar con todo.
Empezar mejor con lo que más ata.
Siempre se puede flaquear.

Hoy me retiro a mi posada. No me llaméis, no estoy para nadie.
Menos aún para vosotros, viejos conocidos.



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