lunes, 9 de abril de 2012

COLECTIVIDAD








COLECTIVIDAD


Haciendo caso a los cuchicheos de los otros perderás la fe,
en lo que cojones sea que haya que tener fe,
las ganas de luchar y la energía de vivir. Y para vivir.

No decidirás por ti mismo,
serás momento de inercia colectiva,
gregario de un equipo desunido y egoísta.

Te dejarás arrastrar por la corriente principal,
y si no te dejas será igual porque lo hará,
y esa gota individual, en tu caso quizás sin contenido,
será una más en el océano donde se agitan, porque se ahogan,
las masas: ahora toca hacer la ola.

Tu destino es el del resto
Tu trabajo colaborar, ahora toca hacer esto luego eso.
Ahora toca lo que toca y nada más.
Puede que así tu vida sea tranquila, e incluso te de algo de paz.
No brillando, mejor nada que poco,
entre la masa protectora de sardinas plateadas.
Se salvan los cobardes, los tapados y los escurridizos,
de morir entre las fauces del pez grande.

Si te enfrentas a los sabios consejos y habladurías de la gente,
necesitarás una gran fe,
en lo que cojones quieras tener fe,
y un extra de energía para luchar y poder vivir entre tanto demás.
¡Tantas son las veces en que los demás están de más!

Responsable de ti mismo y tus actos, grandes y principalmente pequeños,
oxímoron,
verás cómo te enfrentas a la inercia del momento.
Y los gregarios querrán nombrarte líder del equipo. No para ayudarte,
sino para protegerse: la responsabilidad siempre es del jefe.
Tratará de ahogarte la corriente principal, romper lo que te hace único y libre:
la tensión superficial. Que protege tu contenido del resto.
Llamativo quedarse sentado
cuando los demás hacen la ola echando espuma por la boca:
¡A por él, a por él! ¡Que se cree diferente el mequetrefe!
¡A por él antes de que se convierta en importante!

Españolitos cautivos envidiosos siempre del vecino.

¡Cuánto deberás luchar para seguir tu destino!
¡A cuántos dejar por el camino!:
lastre incompatible con la individualidad.

Olvídate de la tranquilidad y prepárate para la guerra,
contra los demás.
Ser tú mismo puede que te de algo, pero no será la paz.
Uno entre el grupo es el mejor remedio contra el miedo:
individual y colectivo.
¿Y cuando el banco de sardinas se retuerza en espiral?
¿Dónde quieres estar?

Mueren en solitario los valientes. Los otros, a veces,
reconocen el mérito y aplauden.
¿Aplauden tal vez por haber muerto?

Maldito sea entonces tu destino.

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