sábado, 14 de abril de 2012

RELOJES






RELOJES


Siempre tuve problemas con el tiempo.
Con el paso sin descanso del tiempo.

El proceso que convierte respirar latir en segundos minutos días.
Cómo se transforma el vaho del café en una cita con prisas,
en una larga espera por la amada o una tarde interminable.
Y olvidable con el tiempo: tiempo devorándose a sí mismo.
Cuál es el milagro que hace de un on the rocks
una velada tan memorable como corta,
viva a pesar del tiempo.
Tiempo regalándose tiempo.

Y yo me digo,
en esas contadas ocasiones en que ganas de decirme algo tengo,
y las muy escasas en que ese es un algo interesante,
¿dónde se me fue hoy el tiempo?
¿Lo regalé o me lo robaron?
¿Qué le ocurrió al día de ayer, la semana pasada o el año que está a punto de acabar?

Sin duda, la relatividad es una teoría sorprendente.
¿He dicho sin duda en la misma frase que relativo?
Qué contrariedad. Vuelvo:
Y certeramente relativa.
Otro oxímoron para colgar en la pared,
o en el libro guinnes de las citas prescindibles.

Con todo ello ya estamos atrapados en un bucle de contexto indescifrable:
cómo es el tiempo que nos separa,
y el que me aleja de una realidad incomprensible.
Perdón, quise decir incompresible, por aquello de ahorrar espacio.
Y tiempo.
Einstein otra vez colándose por sus agujeros de gusano a velocidades luz de vela.
Si una vela alumbra menos que el faro de la costa,
¿será porque es su luz más lenta?

¿Qué vamos a hacer con el tiempo que pudiendo ser no fue?
¿En qué baúl quedó escondido y con cuántas llaves encerrado?
¿Era el baúl de los recuerdos o el olvido?
En ambos media el tiempo, qué si no.

¿Dónde van las realidades paralelas, los plan B, las alternativas no usadas?
¿Dónde se guardan las variantes que no han sido probadas?
¿Dónde las elecciones descartadas, las opciones desechadas, las distintas disyuntivas?


El tiempo es una cremallera que se abre o se cierra,
según el lado en el que estés.

Conviene no cazarse con ella.

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