sábado, 26 de mayo de 2012

FELICIDADES






FELICIDADES


Olvidé tu cumpleaños, qué cosas. No fue por desinterés, fue…
No sé por qué.
Y mira que es importante el salto de joven a adulto.
Al menos oficialmente, que cada uno tiene lo suyo.
Hay quien nunca fue joven, ni le dejaron ni pudo.
Cuando la vida aprieta toca madurar deprisa.
Cuando ahorca mejor no te cuento.
Hay quien nunca es adulto, ni le enseñaron ni quiso.
Resultados de la existencia parva, regalada.
Regalos envenenados que al final siempre matan.

Ya eres oficialmente adulta, nada tiene que ver
con llamarte mujer. Esto, para disfrutarlo y sufrirlo,
tiempo ha que lo eras.
Ya eres oficialmente adulta, se te acabó el chollo subvencionado:
el carnet joven el descuento joven el bono rail joven
la beca joven el crédito joven.
La piel joven. El joven que se sentía joven:
bienvenida a la edad de la crisis. No económica, que también,
sino vital.
A las preguntas chungas: A mis 30, ¿qué he hecho yo?
¿Dónde estoy? ¿Qué conseguí en la vida? ¿Puedo rectificar?
Quisiera volver a empezar, presiento que algo va mal.

Bienvenida a la edad media. Sí, media.
Al pago de impuestos, al trabajo de esclavos.
A ser un vasallo para los nuevos feudales.
A la responsabilidad porque ya eres mayorcita
Y a la indulgencia  
“no te preocupes que tienes toda la vida por delante”.
Para rectificar y volver a empezar, bajo cero:
la mochila de piedras va ganando peso y cada traspiés será peor que el anterior.
¿No querías rectificar?, pues ahí lo tienes.
A la presión social, y familiar, ¿cuándo vas a tener un hijo?
Ya no eres una niña. ¿Cuándo vas a tener dos?
Los 40 es una etapa muy mala. A los 50 estarás menopáusica.
Sonríe porque esta es la fase peor: el nido ya no tendrá polluelos
y entra las cáscaras de huevo te han dejado un síndrome nuevo.
Apúrate apúrate, que los 60 serán duros. Sólo vivirás de recuerdos.
Si es que el olvido no empieza a afectarte. Y detenerte.

Pero volvamos al momento presente, que ya son 30 y un día.
Puede ser un regalo, o una condena. Tómatelo como quieras.
Por mi parte… no sé. Creo que voy a felicitarte.

Aprovecha el ahora, no volverá.
Búscate alguna ilusión, mejor iluso que cínico:
el primero vive feliz, el segundo ni vive.
Abrázate a los que de verdad te quieren. Siempre son pocos, será fácil.
Déjate agasajar. Y agasaja, no olvides la compensación o perderán interés.
Hazte querer y quiere. Disfruta el amor mientas dure,
puede que no haya otro igual. Para mal, o para bien.
No sueñes con príncipes azules. Que ni en los cuentos están.
Vive cada día como lo que es: el último. Mañana está por decidir.
Haz planes y entusiásmate con ellos,
pero no sueñes con lo que nunca podrás alcanzar.
Hay cosas que son como los príncipes:
expectativas equivocadas.
Haz caso a quienes desde el amor aconsejan.
Pero también a ti misma, toma de tu vida las riendas.
Responsabilízate de tus actos, tuyos son.
Tendrás aciertos y errores, ambos te enseñarán qué hay de bueno y malo
en esto de volverse mayor. Y caminar a tropezones.
Así tiene que ser. O nunca te harás adulta:
ya hemos dicho que otra cosa es mujer.
No caigas en la arrogancia, ni en la vanidad de los triunfos.
Por mucho que puedas correr o subir, alguien te va a superar.
Tampoco en la autocomplacencia,
con esto creerás que vuelas cuando arrastrándote vas.
No te atormentes con el fracaso. Nadie está libre de ese pecado.
Ni obsesiones con el triunfo, ¿alguien puede decir qué es triunfar?
Emborráchate de momentos felices:
la resaca de los tristes es difícil de quitar.
No hagas como los necios, déjate aconsejar.
Tampoco como los débiles:
suelta esa mano, y vuela.
Vuela palomita vuela.

Que sí, que tú tienes la vida por delante.
Y todo un mundo para descubrir desde el aire.

Sí, por esta vez,
voy a felicitarte.


















RECORTA RECORTA






RECORTA RECORTA

No sé no sé, quizás lo de recortar esté bien. O quizás no,
ya he dicho que no sé.
La ignorancia, que me caracteriza.

Para vivir mejor parece que solo haya un camino:
alfombrado con billetitos de banco.
Y puesto que los billetes se los quedó el banco, no hay camino.

A vivir peor, con menos y más.
Menos cosas caprichos placeres servicios personas.
Más angustia necesidad miedo deudas zozobra.

Pero de todo lo que se recorta, siguen quedando cosas que sobran:
Sobra legislación normativa permisos. Para salir adelante
el administrador debe no ser tu enemigo.
Sobran ordenanzas locales, por ignorantes y timoratas.
Decretos forales, por provincianos y pacatos.
Leyes nacionales, por abusivas y distantes.
Directivas europeas, por imposibles.

Sobran muchas cosas y algunas personas.
Sobran ayuntamientos, llenos de gusanos
Auditorios, vacíos de contenido.
Estaciones sin viajeros aeropuertos sin aviones circuitos sin carreras.
Sobran comités, comisarios, comisiones,
informes, estudios, análisis, proyectos,
externalizaciones, cesiones.
Sobran gestores y falta gestión. Buena gestión.

Por sobrar, sobran provincias. O esto tal vez no,
ya he dicho que no sabía,
pero sí su gobierno y la competencia con el vecino.
Apostando dinero público a ver quién la tiene más larga:
la pista de aterrizaje.
Y más grande: la estación del AVE.
Sin parada prevista en programa:
más paradas más demora más protestas
menos viajeros menos viajes menos estaciones menos trenes.
Menos AVES.
He advertido que no sabía, supongo que diré tonterías.
Aunque no más que otros y por ello les pagamos dietas.
Sobran dietas para gente que no hace dieta: servidores del pueblo.
Se llaman.

Esto es, que de pueblo en pueblo van recaudando impuestos:
aquí una gallina allá un cochino en el siguiente un pellejo de vino.
En el otro posada y en el siguiente una amada.
A ver si nos hace una… ¿cómo era que se llamaba?

Sobran cargos para tan poco obrero.
Sobran políticos partidos sindicatos.
Sobran denunciantes persecución cuerpos de policía.
Aunque sí, debo reconocer que algunas tienen buen cuerpo.
Y esto, esto nunca sobra.
Si nos van a detener a todos, sólo por decir quiénes sobran,
mejor que sea con estilo y gusto. Que,
como con la libertad de expresión,
de ello mucho nos falta.










ENTREVISTA






ENTREVISTA


El periodista hizo una breve semblanza, así lo llamó,
de la persona que tenía en el estudio. De grabación.
Consultando en la wikipedia,
antes llamado archivo, biblioteca o diccionario sin más,
no tan de moda pero más de fiar,
narró una serie de acontecimientos vitales extraordinarios.
Loables y ejemplares para el rebaño de espectadores que,
desde el sudado sofá de sus casas disfruta de programación degenerada.
Al tiempo que afirman que lo suyo son los documentales históricos y científicos.
Nada menos.

El entrevistador, de cierto o incierto renombre,
secuestró el programa con un largo relato de anécdotas
secretos y dispensarios
de personajes anteriormente pasados por su plató.
Citando toda suerte de detalles que los protagonistas no habían querido desvelar en público.
Y confesaron, talonario en mano, en privado.

Para cuando volvió de la ronda de su particular centro universal
el invitado ya se había ido. No importó:
el periodista asumió su papel preponderante y ejerció de ambos.
Hasta hoy, que aún sigue dedicándose preguntas y respuestas
en acalorada conversación. Los gritos siempre empujan a la audiencia.
Hacia arriba

En la wikipedia se puede leer, sin embargo,
que el periodista Rufus De la Abadía
marcó un hito en la historia de la televisión el día que entrevistó al premio Nobel
de ciencia investigación y literatura sumeria,
el fugado del plató.
Incluso hay un vídeo que prueba tal hecho inexistente:
2.000.000 de visitas y subiendo.

La gente no cree lo que ocurre pero sí lo que le cuentan.
¡Supone tanto esfuerzo averiguar la verdad!

Que la verdad no te joda una buena historia.


INTERÉS






INTERÉS


El día que fuiste al banco, allá por los años… no sé.
Te ofrecieron todo el oro del mundo. O casi.
En la página noventa y nueve de un contrato de cien,
de cien veces leonino cien,
escrito estaba la parte que se quedaba él.
Y aunque grande fue la tajada, qué otra cosa podías hacer:
el casado casa quiere. No había otro camino
para dejar el hogar.
El de papá y mamá.

Felices aquellos años en que, aún viviendo en el filo,
todo parecía seguro. También el filo.
En verdad, sólo eras uno en el grupo de los cien mil condenados.

Pero en aquel contrato de fieras,
de fieras contra cristianos,
no hipotecaste tu casa. Fue, sí, la vida entera.
Claro que esto lo sabrías después, cuando ya no te perteneciera.
Tarde para retroceder.

En ese tiempo las cosas eran distintas.
Había esperanza, ilusión, alegría. Creías en el futuro.
Misma gente, pero otro ambiente.

A golpe de tarjeta fuiste amueblando tu hogar:
unas horas extra y el mes que viene arreglado.
Con el primer hijo en camino te diste un lujo compensatorio.
Lo llamaste necesidad.
De un coche con maletero más grande.
Cuatro puertas, pasó la edad de dos.
Cuatro altavoces de graves.
Cuatro ruedas off road. La seguridad es lo primero.
Un viaje a las islas Maldivas: turismo cultural y lingüístico.
Pillado de oferta overbooking. Quién sabe si será el último.

El niño ha cumplido diez años y es un muchacho muy listo.
Siempre le gustó dar patadas, así que será futbolista.
No conoce otro sitio en el que por ello te pagan:
una pasta por dar a tus compañeros grasa.
Pero antes de que llegue a eso aún nos queda un buen trecho,
que mandaron a papá al paro y no alcanza para botas guapas.
Ni balones de reglamento.
Así se pasó dos años, desde que perdió el trabajo pintando,
quién lo diría, grandes billetes de banco.
Y aunque nunca tuvimos dinero, llenos bajaban los ríos.
Todo era papel mojado.
Pena de inundación que no nos cogió con ellos.
Papá tiró la toalla antes de tirarse a ese río, hoy seco,
donde se rompió el cuello.

Mañana perderemos la casa. Por orden judicial al banco,
el que nos prometió el oro. El oro que fue para él.
La casa y la vida, también.

Mamá ahora se tiñe el pelo: le han salido mil canas.
De las arrugas no hablamos, que no hay para éstas milagros.
Trabajará el resto de sus días y no saldaremos la deuda:
por aquel contrato de usura.
En círculos de gente puesta lo llaman interés de demora.
El niño, a los dieciséis, a dar patadas.
A los de la fila del paro, pues, quizás quedándose solo,
pueda que le den algo.

Hoy los balones de reglamento los ve por televisión.
Y ha pedido prestado para un nuevo par de botas. De monte.
Se va de leñador al bosque, a vivir en una cabaña que hará con sus propias manos.
Nadie sabrá dónde, para que no se la quite el banco.
Afirma que no volverá.





jueves, 24 de mayo de 2012

FERIA






FERIA


La comunidad de artistas de la ciudad
ha organizado un evento para mostrar al mundo su arte y producto.
A fin a de aumentar su capacidad de convocatoria,
si es que alguna tuvieron,
han invitado a todo artesano al evento:
no solo del Bel Canto se nutre el espíritu del hombre.
Puede que de la mujer.

A la llamada se han sumado casi todos. Tal es la voluntad de cohesión.
O la necesidad de llenar el zurrón con algo más que migas de pan y tocino.
Como el buen pastor.

Ceramistas doradores ebanistas costureras alfareros encajeras encurtidores zapateros pasteleras cordeleros pandereteiras panaderos queseros carniceros viticultores conserveros…
La feria resultó un éxito.

En la cuenta final de resultados
el saldo fue tan favorable que inmediatamente acordaron otra fecha en otro pueblo.
Las ventas de embutidos quesos vino y pastas llenaron bolsillos.
Los de los artesanos de productos de mano cubrieron gastos.
Y los artistas, los de la idea, los del trabajo sensible y obra irrepetible
con derechos de autor a no cobrar, esos,
esos se volvieron a casa con todo el género
nada que llevarse al estómago y
ninguna ilusión por repetir.

La paradoja de las bellas artes:
No interesan a nadie, no giran el mundo,
no resuelven conflictos ni cubren necesidades.
No salvan vidas en esta feria de vanidades.




lunes, 21 de mayo de 2012

BLINDNESS





BLINDNESS


Dame paz. Dame paz amor dame paz.
Que no quiero sufrir y no puedo vivir con el conflicto.
-          Pero esa paz tiene un precio.
No me importa yo lo pago dame paz.
-          No la pagarás con dinero.
¿Estás seguro?
-          Sí, porque este es muy alto.
Dame precio, tengo dinero. Dame paz.
-          Para esta paz que tú me pides no basta con dinero. Hay que mirar para otro lado. Vivir en felicilandia. Ajenos a los abusos de poder. A las manipulaciones de poder las extorsiones los chantajes los encarcelamientos los asesinatos.
Me da igual dame paz.
-          Esta paz es obedecer mansamente y someterse a los caprichos del controlador. Es darle total control. La capacidad de gobernar tu vida y la de todos los demás. Sin preguntar. De ignorarte, paso previo a consentir aniquilarte.
No me importa dame paz.
-          La paz que tú quieres no durará. No vivirás con el conflicto pero sí lo harás en el conflicto, y será destruido el mundo que hoy conoces. Cuando abras los ojos de tu sueño de felicidad en constante crecimiento, descubrirás que caminas entre ruinas con la piel arrancada a tiras. Sin nada para cubrirte y la cabeza abierta por donde te robaron las ideas y el deseo de luchar. Se quedaron con tu esencia.
Mi amor no me importa dame paz.
-          Sea pues tu voluntad. Basta con obedecer y olvidar que un día tuviste la ocasión, la oportunidad de decidir y te negaste. No me pidas paz entonces. Pídeme ceguera y anestesia.

Llámalo como quieras. Para mí eso es paz.











domingo, 20 de mayo de 2012

EN ROJO






EN ROJO


A veces me da por hacerme preguntas. Lo sé lo sé: mal vicio.
Que como todos los vicios terminan por joder la salud. Y, curiosamente,
para este no importa la edad.

Esto, lo de las preguntas digo,
se acentúa cuando tropiezo con uno de esos días “señalados”.
Señalados en el calendario, pues otra cosa…
Por la mano guarra, olvidadiza, práctica, o quizás romántica
que lo llena de cruces, de círculos, de cuadrados y de colores.

Amarillo para las fiestas de guardar. Que el amarillo es un color poco teatral.
Más gastar y menos guardar, pero bueno.
Verde para las citas del médico. No sé si relajante, o esperpéntico.
Azul para las reuniones de padres.
Esas algaradas mudas de resentidos, cobardes, y algún camorrista,
que no arreglan nada y estropean al hijo.
Rojo para los aniversarios: no se nos puede olvidar lo importante.
Cumpleaños bodas bautizos, quizás comuniones.
Y digo quizás porque es ahí, ya de pequeños, cuando nos obligan a comulgar
con lo que ni entendemos ni conocemos ni queremos.
Después, ya metiditos en años, seguimos igual y nos cabreamos. Normal.

Hay que anotarlo todo, que si no lo haces corres el riesgo de olvidar.
Y lo que olvidas no existe. Qué existencia la nuestra… qué fugaz.
Aquí nos asustan las dudas. En los malditos aniversarios.
Los mares de dudas que al menor descuido te atrapan en la resaca de tu confusión
y te ahogas.
Es lo que tienen los interrogantes, que son como anzuelos y te quitan el aire.
Diría que te sacan la sangre, pero hoy no quiero ponerme violento.
Y con el calendario todo teñido de rojo aplastado en la cara,
para que no te dé el sol y dormir mejor, una forma autorizada de olvidar,
te da por recordar. Y pensar. Y preguntar:
¿Qué hago yo aquí? ¿Por qué me dejo llevar? ¿A dónde y por quién?
Pues hace tiempo que ya has aprendido que tú no te llevas.
¿De dónde partí? ¿Para qué? ¿Qué es lo que me trajo hasta aquí?
¿Cómo fue que consentí? Que comulgué.
¿Qué y cuándo pasó que nada de lo que quise ocurrió?

Y con el calendario todo teñido de rojo en la cara
y la cadena de interrogantes colgando pesada del cuello
no sabes qué leches hacer con este día señalado.
Si disfrutarlo,
o tacharlo.


ÁTOMO






ÁTOMO


Hoy me siento positrón. Perdón, quise decir positivo.
No sé en qué estaría yo pensando. Puede que,
con tanta alteración del ánimo,
sea como un electrón cambiando de nivel.
En realidad, gano y pierdo energía con su misma agilidad.
Dependiendo de a quién me arrimo, me excito y, hala,
a dar vueltas siete circos más arriba.

Lo malo del asunto es que, cada vez que me acerco a la materia
me transformo en otra cosa.
Y la materia también.

Dudo si esto es unir sinergias o falta de autenticidad.
Agrupar esfuerzos por el bien, o el mal, común,
o perder la esencia misma de las cosas y personas.
Unirnos para hacernos verdaderamente fuertes
o disolvernos en la masa como agentes inertes.

Aunque procuro ver el lado positivo del asunto,
otra vez positronándome,
y agradezco poder convertirme en otro ser.
No sé, creo que está bien abandonar el cuerpo sólido y pesado,
y evaporarse sin más.

Nada tan ligero para el espíritu
Liberador para la culpa
Y expansivo para el alma
Como ampliarse, ascender y volar,
Igual que un gas.






ABUNDAMIENTO. A MAYOR






ABUNDAMIENTO. A MAYOR


Las palabras resonaron en la sala como sirena de faro
para este barco a la deriva en el que todos naufragamos.
Ciudadanos de tercera en el viaje de los malditos.
Enterrados en carbón, con las calderas. Carne de hoguera.

Pronunciadas por aquel hombre de negro, riguroso.
Delgado vegano en prácticas beff eater renegado. De corazón explosivo:
no por amor, o sí. Por amor al trabajo.
Palabras que a cualquier leguleyo le asoman por la bocamanga:
comodines para cuando la ocasión se presenta.
La ocasión de hacer trampas a esa justicia furcia como ninguna y que,
en el fondo, nada le importa que se la metan.
Así es la partida donde delincuentes vestidos de toga
defienden a criminales desnudos de toda oportunidad.
¿No son los abogados delincuentes reconvertidos?
Pero me estoy yendo del asunto
que hoy toca hablar del hombre. No de la quimera.

A Töcrív, el de las palabras negras, le conocí una tarde de toros.
O mejor, de cornadas.
De sangre en la arena de este circo de fieras que es la vida:
otra puta como la justicia. Divina.

El malherido era yo, la fiera…
Ya quisiera ese gato panza arriba que habláramos de ella, pero no lo merece.
El sanador, él: el de las palabras claras en la sala.
En esa sala que no era Su Sala:
donde trileros, tahúres y actores se disputan laureles de triunfos.

La primera vez que a su enfermería de primeros auxilios acudí
marché confundido, no lo niego. Me despidió con un:
“Déjalo que sangre. Que le dé el aire. Piénsatelo si quieres volver.”

Yo, que esperaba un buen vendaje constrictor
un ungüento cataplasmático de curandero tramposo,
para matar los gusanos que se me comían la carne,
una calada de pipa de chamán drogadicto que engañara mi percepción de las cosas
confundiera mi entendimiento y me creyera un “No te preocupes,
esto yo te lo arreglo con dos golpes de efecto”.
Propio del leguleyo con comodines a la vista. Con vocación de perdedor y minuta de ganador. Del leguleyo que no era ni es.

Marché de allí sangrando por las calles del mundo. Ese que me esperaba fuera:
otro cabrón con piel de cordero.
Volví.
Ya no te quedan gusanos –observó.
Pero la cicatrización será lenta, ten paciencia. Y confía en mí.
Ahora sí.

Desacostumbrado a la atención ajena y los cuidados de desconocidos
tuve una convalecencia con dudas, sospechas y preguntas sin respuesta directa.
El tiempo ha contestado por él. Darle la razón, digo.

Aún conservo los puntos, pero cada vez que lo veo
al hombre de negro al enfermero al preclaro al abogado, no al leguleyo,
pronto alguno se cae.

Con los años aquella cornada será un oscuro recuerdo.
Negro también como la justicia las togas los delincuentes los criminales el mundo.
La vida. A ratos.
Sé que estoy en buenas manos. Ya no pongo reparos.
Que siendo un profesional del arte y ensayo que se representa en juzgados
guarda varios ases bien ocultos en la bocamanga.
Y que aunque esta partida no esté ganada
tuve a mi lado al mejor. Profesional del noble arte de defender lo que es justo.
Por mucho que la justicia, con sus leyes hechas de trozos de remiendos y errores,
se empeñe en jodernos la vida.

Con el tiempo,
creo que también a un amigo.