domingo, 3 de junio de 2012

CAPITANES INTRÉPIDOS






CAPITANES INTRÉPIDOS


Un día cualquiera voy a pasar por tu casa. No porque quiera,
sabes que soy un apático ausente,
sino porque no me quedan excusas para seguirte esquivando.

De mí no esperes gran cosa. O tal vez sí, dependerá del momento.
De cómo sea el encuentro, de la longitud del pasillo:
kilómetros de damero que separan las únicas puertas que de tu casa conozco.
Dormitorio y rellano.
De lo que tengas pensado, de los nuevos juguetes que hayas comprado.
Sabes que siempre me gustó experimentar. Y a ti que contigo hiciera
eso de buscarte los puntos y todas tus letras.
Por ello provocas y apuestas y arriesgas, a que esta vez será mejor y habrá más.
Más de ti y de mí, de todo lo que queremos repartir.

Un día cualquiera vamos a quitar esas cortinas tan largas que oscurecen tu alcoba
y clavando en el centro de tu colchón el palo por el que discurren y cuelgan,
discurren ellas discurres tú a ver cómo de ahí nos colgamos los dos,
vamos a construir un velero.

Yo seré el capitán, no nací para menos.
Tú polizonte furtiva buscando refugio para evitar el contagio:
el de las ganas que dan de tirarte a la mar.
Ese suelo cubierto por un edredón.
Azul mar azul cielo azul pensamiento y deseo.

Y antes de que tu cuerpo se hunda en el agua y te quedes sin aire
ahí estaré para salvarte, qué otra cosa puedo hacer,
de una muerte improbable
y de una vida que parecía insalvable.

Un día de estos…
Un día de estos voy a resolver unas cuantas cosas que tengo pendientes
que resueltas ya están pero hay quien parece no quiera enterarse
y voy a pasar por tu casa para proponerte el gran viaje.
El que con ese velero hecho de cortinas sábanas edredones y mantas
nos aleje de esta isla que pareciendo perfecta
tú y yo sabemos que es una isla desierta.


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