jueves, 28 de junio de 2012

INSULTOS







         INSULTOS



No me pidáis que olvide,
vosotros que no olvidáis pero fingís que es así.
Que no lo hacéis por corazón, sí por cobardía.
No me pidáis que perdone.
¿Quién me perdonó a mí?

Por mirar me insultaron, por hablar me golpearon.
Por defenderme me encarcelaron.
Por golpear, por golpear en defensa propia fui fusilado.
No me pidáis compasión. Ni comprensión.
Menos bondad.
Todo lo agoté. Sólo por querer vivir.
Vivir para olvidar que sólo es sobrevivir.
No estaba permitido.
Hay quien nació para vivir muriendo.
Y ver cómo se burla el resto.
No me pidáis serenidad ni confianza, no la tendré.
Ni siquiera cordura.
Sólo queréis mi resignación. Que os diga que todo está bien.
Que ya pasó.
No lo hacéis por mí, sí por vosotros. No queréis la verdad.
Sólo buscáis vuestra tranquilidad, que os deje en paz.
En la paz del pusilánime.

Vosotros, que venís a mí dándome besos y con vuestra mejor sonrisa de alivio
alabáis a algún santísimo canturreando qué hermoso es todo mira qué suerte que
has tenido eres un tipo afortunado al fin y al cabo.

¿Y qué sabéis los que la verdad saber no queréis?
¿Qué os importa lo que pienso? Menos aún lo que siento.
Mira hacia adelante,
decís mirando vosotros a otro lado para no estar comprometidos:
en el acto forzoso de sentarse escuchar y comprender.
Todo es veneno. Y lo que no resentimiento.
Veneno y resentimiento que emanan de la falta de justicia.
Justicia que presionándome llamáis venganza. Para no sufrir.
No sufrir vosotros.
Sólo queréis olvidar, y a mí me exigís que olvide. Para estar todos contentos.
No des problemas chico. No des por saco.
Aguántate, jódete y olvida.
Decís que vaya hacia el futuro con la misma falsa convicción
de quien decía ve hacia la luz. Y repetía.
Pero el presente sangra con los mordiscos rabiosos y de odio del pasado.
Y en ese, ¡hay tantos que están involucrados!
Heridas infectadas que no curan solo por vendarlas.

No me digáis que aprendí porque ninguna enseñanza saqué.
Y con el candor de los ruiseñores felices me pedís que me una a vuestro grupo.
Y abrazados como hermanos que no somos entonemos al final un mea culpa:

La engañosa salvación
de los cobardes.


1 comentario:

  1. Pues si aunque las palabras son tuyas los sentimientos los subscribo. salud.

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