jueves, 7 de junio de 2012

POETAS






POETAS


Aquella escribidora en prácticas de mirada inconclusa y voz de sordina
se arrebató cuando subió al escenario.
Hacía tiempo que su mente ya no estaba para muchos análisis interiores
pero cuando una presentación sobrada de halagos, poco realista y nada sincera
dijo de ella que era un gran poetisa,
la aludida terminó por perder completamente la cabeza.

Era su primer libro, un zafio tomo de frases desordenadas con forma de versos
y poco sentido del ridículo.
Escritos en restos de papel higiénico, 
por un crónico problema de evacuación emuntoria,
los había ido coleccionando con los años.

Por casualidad, un fragmento cayó en manos de una tía tan rica como loca.

Bueno, cayó en el suelo que recogió la señora de la limpieza que tiró en la recicladora de papel que se atascó con la menudencia que extrajo un técnico amigo de la familia que curioseó sin poderlo evitar que se lo leyó a su amante que se lo pasó a una amiga que tenía una vecina que conocía a la tía tan rica como loca.

Ésta, decidió pagar a una editorial de renombre entre cloacas,
y cobrarse algunos favores de las cloacas,
para publicárselo y hacer de él, y de ella, un best seller.
No en vano, era su sobrina preferida:
la chifladura, que une mucho.

Ya en el estrado y con la platea a reventar,
de familiares, amigos, subordinados de su grupo empresarial,
y envidiosos en general,
la poetisa descompensada se subió a la mesa y
taconeando una bulería de alta montaña
gritó al populacho:
¡Soy la poeta del siglo! Recordad mi nombre,
pues por mi escritura genial seré por la historia recordada.
¡A tiempo estáis de adelantaros a vuestro tiempo! ¡So cobardes!

Dos años más tarde, la tía la sobrina y su representante,
aquel de los halagos inflados,
jugaban a las cartas en un banco del parque.
Del parque de la mejor residencia para incapacitados psíquicos
que la fortuna de la tía pudo pagar.
Y sus albaceas no pudieron desfalcar.

Y es que cuando la poesía de altura perdió el empuje del viento de moda
el hostión de la caída fue tan grande
que ninguno ha sido capaz de superarlo.



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