lunes, 20 de agosto de 2012

INMERSIÓN A LAS MARIANAS (relato corto)



INMERSIÓN A LAS MARIANAS


-¡Jodida basura comunista! ¡Habla de una vez o te reviento la barriga con este destornillador!
-¡Déjalo ya! ¿No ves que está muerto?
-¡No, no está! ¡Finge! ¡Estos comunistas son todos unos mentirosos! ¡Te digo que se hace el muerto! ¡Inyéctale más mierda de esa para que hable! ¡Métele ya!
-¡No hay nada que inyectar! ¡Lo has matado!
-¿Yo? ¡Habrás sido tú con tus inyecciones! ¡Te dije que me dejaras a mí! ¡Que le iba a sacar la verdad a hostias! Pero tú ni caso. No le has conseguido una sola palabra con tu química.
-¡No te quejes que gracias a la química se ha estado quieto! ¡No paraba de revolverse el muy cabrón!
-¡No es cierto! Han sido mis puños y esta porra los que le han hecho entrar en razón. No ha parado de dar patadas hasta que le he roto las piernas con ella.
-¡Pues no sigas! Ya está muerto y no nos va a decir nada. Otro que se lleva sus secretos.
-Habrá que probar con el siguiente. No nos vamos a casa hasta que sepamos quién es el líder.
-Con este ya van cinco. Y ninguno ha dicho el nombre de su jefe. ¿Y si no tuvieran?
-¡Todo el mundo tiene un jefe! Nosotros tenemos un jefe. Nuestro jefe tiene un jefe. ¡Hasta el jefe del jefe tiene un jefe! Siempre hay alguien ahí arriba. Es el que da las órdenes y nosotros obedecemos.
-Obedecemos por miedo a las consecuencias. ¿Pero si pudieras negarte? ¿Lo harías?
-No empieces otra vez con tus preguntas de enfermo. Ayúdame a tirar esta basura por la ventana. Diremos que se ha despeñado tratando de escapar.
-Es lo que hacemos siempre, decir que se mataron huyendo. Igual había que pensar en otra excusa.
-Aquí no hay nada que inventar. Siempre lo hemos hecho así y ha funcionado. Detenido muerto detenido que va por el acantilado y desaparece. Fin de la historia.
-Pues acuérdate del presidente del sindicato de transportistas. Aquel salió a flote dos semanas más tarde y casi nos ahoga después de muerto el malnacido.
-Ya te dije que el saco no pesaba lo suficiente. Un par de piedras más y aquel desgraciado comunista no sube. Por tu culpa casi nos lleva por delante.
-¿Por mi culpa? Yo fui el que te dije que aquellas piedras no servían. Eran de granito y el granito absorbe poco agua. Siempre usamos caliza, empapa más y en el mar gana peso.  Pero tú no quisiste buscar más. Eso fue lo que pasó.
-Suerte que el jefe tiene amigos en la prensa y enderezaron el asunto. ¡Qué listo es el cabrón! Claro que por eso es el jefe.
-Más que por listo fue por sus amigos. Filtraron el bulo de que era un ajuste de cuentas entre bandas sindicales y todos lo creyeron. La gente es tan estúpida, se traga todo lo que sale en los periódicos. Aunque se les fue de las manos el asunto cuando dieron nombres de los líderes sindicales implicados en el ahogamiento. Cerca estuvimos de la revuelta ciudadana.
-Sí, es cierto, ja ja. Pero aseguramos nuestro futuro con aquello. Este centro de interrogatorios se hizo más necesario que nunca. Yo hice hablar a todos los líderes políticos. Tan fuertes que se creían esos mamones, pero me veían con la porra y aquí cantaban la Traviata. Los encarcelaron y se acabó el conflicto. By the way, ¿qué es la Traviata?
-No lo sé, alguna carrera tal vez.
-Bueno, basta de charla. Vamos a desatar al mierda este y lo tiramos.
-Hazlo tú, que yo me rompí una uña la última vez y aún me duele.
-¡Un día de estos me voy a cansar! Siempre me toca a mí el trabajo sucio.
-No te quejes. Basta mirarte a los ojos para saber que disfrutas dando palizas a los detenidos.
-Ah, eso es verdad. Y si son comunistas, ¡más fuerte les doy!
-Más fuerte es imposible. A aquella portavoz de jueces para la democracia le rompiste la mandíbula de un puñetazo.
-¡No fue culpa mía! Era una blanda. Tanta democracia reblandece a la gente. Y aquella desgraciada chulita sudaba democracia.
-Sudaba miedo.
-Es verdad. Todos esos jueces que se creen dioses, que se han vuelto intocables con la mierda esta de democracia, se cagan de miedo cuando vienen aquí.
-No la portavoz aquella. Sangraba por las orejas y se atrevía a amenazarnos con la cadena perpetua. Secuestro, detención ilegal, agresión y crímenes contra la humanidad. Pensaba que esto era su juzgado.
-Sabría aquella zorra qué era humanidad. Sentada en su trono condenando a desgraciados como nosotros. Arruinando la vida de la gente por el día, y por la noche a dormir a su casa tan tranquila.
-Aquí vio el otro lado. Alecciona mucho ponerse en el lugar de otros.
-Lástima que no tuviera la posibilidad de pasarlo a la práctica. Ja ja.
-Le diste demasiado fuerte. Murió al segundo golpe.
-¡No es cierto! Mi autodefensa fue proporcional a la amenaza. ¿No dicen eso los jueces? Y ella era una grave amenaza.
-Más que ella, el sistema que la mantenía. Toda esta democracia amañada para que los jefes sigan siendo jefes.
-¿Ves cómo siempre hay un jefe?
-Lo peor de estos jefes es que nunca dan la cara. Sobran desgraciados sobre los que cargar las culpas.
-La democracia está podrida.
-Lo sé. No deja de ser otro engaño para concentrar el poder en los elegidos aparentando estar legitimados.
-¿Legiti qué?
-Respaldados, apoyados por nosotros el pueblo honrado y trabajador.
-Ah no. Apoyados por mí no. Honrado y trabajador sí, mira esta sesión. Llevamos dos días interrogando comunistas de mierda y no hemos protestado. No como esos progresistas que exigen un descanso para el café, fines de semana libres y vacaciones pagadas. Aquí no. Disponibles veinticuatro horas todos los días del año.
-¡Y con el sueldo congelado desde hace tres! Demasiados vicios es lo que hay.
-Así es. ¡Cómo me gustaría interrogar al ministro de trabajo sobre todas estas cosas.
-A mí también. Nunca he disfrutado tanto como aquellos tres días que nos dejaron a solas con el ministro de seguridad interior.
-Otro fulano de mucho hablar, mucha declaración con amenazas, pero aquí blanco como la pared.
-La pared está roja.
-Bueno, fue blanca antes de que le reventara los sesos con la porra al chulito ese. No te jode el tío engominado amenazándonos. ¡Que soy yo el que manda! ¡Que soy vuestro superior! ¡Que me dejéis libre! ¡Esto es un altraje!
-Ultraje, dijo ultraje.
-Pues lo que he dicho, altraje. Y es cierto que al traje no le quedó una costura sin romper. Me harté de darle hasta que me sangraran los nudillos. Y sabes que los tengo como piedras, pero aquel ministrillo creyó que nos iba a intimar, aquí haciendo nuestro trabajo.
-Intimidar, se dice intimidar.
-¿Y yo qué he dicho, eh? Vamos, abre la ventana y agárralo por los pies. Yo lo llevo de los hombros.
-Ahora mismo. Qué poco pesa la cosita esta.
-Es porque estos comunistas pasan un hambre de dios.
-Bueno, comunistas y dios no suelen ir juntos. Así que será un hambre canina, como mucho.
-Pues por eso pasan hambre. ¿Te acuerdas de aquel obispo gordinflón?
-¿El de las cuentas secretas con dinero de las donaciones a la iglesia?
-Sí. Escondido en las islas caimán que lo tenía.
-Lloraba de miedo como un niño.
-Sólo dos uñas pude arrancarle antes de confesar.
-La Traviata esa.
-Sí eso, la Traviata.
-En cuanto me vio meterle el alicate por el índice se arrugó como un papel.
-En el corazón. Era el dedo corazón.
-Corazón es lo que le salió por la boca cuando le di una patada de rabia. ¡Mira que confesar tan pronto! ¿Dónde está tu dios ahora? ¿Dónde está tu dios? Pero a eso no respondió. Creo que no le pegué lo suficiente, porque si lo hago nos lo dice.
-Hubiera sido un gran hallazgo.
-Pero las órdenes eran averiguar dónde escondió el dinero. Y las órdenes son las órdenes. Mucho sermón para tan poco valor.
-A la de tres.
-A la de tres. Una, dos, ¡ahora!
-¡Ahora!
-¡Eh, qué vuelo! Se nota que pesaba poco, ha librado la roca primera esta de aquí.
-Sí, ahí se estrellan casi todos. Está perdida de sangre.
-Este no. Mira, mira. Ha caído sobre la roca de los percebes.
-Creo que ninguno había llegado tan lejos, ¿verdad?
-Sí. Una vez. Hace nueve años. Todavía estábamos en prácticas. ¿No te acuerdas del ecologista?
-Es cierto. Casi lo olvido. Aquel fue el cuarto ecologista que interrogamos en una semana. Aún estábamos a prueba y nos traían casos fáciles.
-¡Y tan fácil! Tú fuiste el que le sacó el ojo de una hostia.
-Verdad, verdad. Aquel sí que era un mierda. Salvad las ballenas, las jirafas, las focas, todo. Quería salvar a todo el mundo.
-Te equivocas otra vez. A las personas no. Mucho ecologismo pero la gente les importa una mierda. No como nosotros, cuidando siempre de los demás. Por eso tuvimos que interrogarles. Los jefes querían saber si habían previsto alguna acción por el país.
-Fue sacarle el ojo derecho y empezar a largar. Claro que con tanto grito resultó casi imposible entenderle.
- Por poco nos deja sordos el muy marica. Y total para nada, todo mentira y su organización un chiste. Sin ninguna posibilidad de atentar contra nadie.
-Que lo hubiera dicho antes. Además, no se puede quejar. Después de todo llegó más lejos que ninguno.
-Dos rocas más allá que el comunista de hoy.
-Suerte que la marea estaba alta, así no se espachurró.
-Los hay con suerte, sí. Que entre el siguiente, a ver qué le sacamos a ese comunista.
-Un momento… Que mire la lista. Ah, sí, aquí está. José Antonio Buendía.
-¿José Antonio… Buendía?
-Sí. Aquí lo dice, mira.
-Es cierto. Pero…
-¿Pero qué? Te noto blanco. ¿Estás mareado?
-Ese… es mi hijo.
-¿Cómo que tu hijo? Nunca me dijiste que tuvieras hijos.
-Porque se fue de casa con apenas dieciséis años. Dijo que me odiaba y no volvimos a vernos. Sabía que andaba metido en líos, pero no tanto. La culpa es de la zorra de su madre y toda la mierda que le ha metido en la cabeza con su libertad, igualdad y fraternidad. ¡Maldita jipi yonqui! ¡Ha echado a perder a mi niño!
-No llores. Tienes que ser fuerte. Recuerda que el mes pasado interrogamos a mi padre y no me derrumbé. ¡Yo mismo le abrasé los ojos con descargas! Yo mismo le metí la cabeza en el cubo hasta que se ahogó.
-Parece que no sabía nada.
-¡Por supuesto que no sabía nada! Un viejo como él que pasó toda su vida reparando calzado, ¿cómo va a estar metido en una conspiración contra el jefe del estado? Yo sabía que era inocente, pero las órdenes son las órdenes. Obedecemos sin rechistar, para eso estamos aquí. Lo ahogué por compasión.
-Tienes razón. Al menos él cayó al agua, no se dio contra las rocas. Hubiera sido una falta de respeto.
-Sí. Debemos ser considerados con nuestra familia.
-La familia es lo primero.
-Así te quiero ver, ¡fuerte! Repítelo.
-La familia es lo primero.
-Otra vez, ¡más fuerte!
-¡La familia es lo primero!
-¡Mas fuerte!
-¡¡La familia es lo primero!!
-¡No te oigo!
-¡¡¡La familia es lo primero!!!
-¡Bien! Ya estás preparado.

-Lo estoy. ¡Que pase el siguiente!


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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