miércoles, 8 de agosto de 2012

MARENNES





MARENNES


La muchacha pizpireta reconvertida en joven desinhibida
transformada en mujer de edad comprometida,
salió al encuentro agitando los brazos con emoción
y regalándonos una de sus mejores tarjetas de visita:
sonrisa abierta como el mar abierto
que miraba frente a frente a su casa de playa.

Habíamos estado viajando durante casi dos generaciones
desde el reseco lugar donde escondíamos nuestro refugio.
Llegamos algo resecos por tanto y más por coherencia que por sed,
a ese espacio de luz cambiante y playas metamorfoseantes donde Pierrette,
la mujer de edad incongruente y vitalidad coherente
se retiraba cada verano desde que cumplió los veintiséis.

Ante nosotros, tal cual había sido siempre:
ojos azules cielo limpio y agrisados de vida
-la vida siempre mancha un poco-.
Cabellera de nudos sueltos
-la sabiduría desenreda muchas tramas-
y rojo óxido.
También aplaca un poco la intensidad de juventud
tornando sus colores más quebrados.
La vida mancha, y rompe.

¿Qué tal el viaje todo fue bien habéis tenido tráfico qué coche más grande
qué bonito es cuánto me gusta mira qué guapos estáis preciosa dame un beso
cuánto me alegro de que la vida te trate tan bien pasar para adentro ya está
todo listo aquí la habitación mi casa es vuestra casa quedaros para siempre
que estoy un poco sola y tú ven aquí canalla no vas a darme un beso?

Un poco sola pero lo justo tampoco confundir.

Pierrette era una gata que había vivido muchas veces:
el pasado abrasador del que no quería hablar ni ocultar
-hay a quien el fuego purifica, a otros les cambia por fuera la vida-.
Los años dispensando salud. Para los demás, a manos llenas.
El tiempo conectando corazones ajenos hasta que una chispa inesperada,
de nuevo la chispa y el incendio marcando vidas,
conectó el suyo sin pensar.
Sin pensar o pensándolo cinco bocas en el nido diciendo pío pío
aquí estoy yo porque así tú lo has querido.

Pierrette no se doblegó pues ante nada se pliega.
No habrá vida que pueda con ella. Ni persona que la olvide
ni pichón que bajo su tutela no salga del nido,
valiente fortalecido decidido como es ella.

Han pasado muchos años desde que Pierrette
vio la luz de este mundo cruel e injusto.
No lo esconde. Su rayo vital es para contarlo sin disimular.
El tiempo, solo por fuera la ha cambiado.
¿Qué es la piel sino un envoltorio con un buen diseño gráfico?
Por dentro, ha sido Pierrette la que ha vencido,
hecho con él lo que ha querido.

Vuela hoy de nuevo libre o casi libre, pues nadie somos libres del todo.
Su maleta de viaje repleta de vivencias. Recuerdos hermosos.
Muchos para sentirse orgullosa. Otros para callar satisfecha.
Fotografías de personas queridas: unas quedan otras se fueron.
Otras aún quedando mejor es que se hubieran marchado.
¿Hay alguien que pueda afirmar que nunca el aire le robó
más de un abrazo egoísta?
Hoy vuela libre casi libre rehaciendo otra vez,
que es otra y otra vez,
su proyecto para un futuro inmediato.
El presente es lo que tiene al alcance de la mano, y a él con ambas manos
se agarra fuertemente. Sí, con ambas manos.
¿O es que alguien lo dudaba?
De ser así, ¡no conocen a Pierrette!

Refleja ahora su pupila la pupila de un hombre sensato.
Que va y viene. Rota como un rotario.
Que pide poco y da lo que puede.
¿Hay quien pueda decir que es libre del todo?
Les vi trotar escaleras arriba, ilusionados. A ver el mar, decían.
El mar y lo que hubiera que ver.
La persecución de la felicidad no tiene edad,
¡pero qué difícil se antoja su captura!

Doscientos años han pasado de esta historia.
La de una mujer que nació para ser joven, no para morir en el intento
dejando un bonito cadáver.
Me cuentan que la suelen ver por el encierro, jaleando toros y corredores.
Con amigas nuevas cada año, no porque Pierrette las olvide,
sino porque a ella no le siguen.
¡Espéranos Pierrette, espéranos! –Le dicen.
Ella no hace caso. –Hay tanto por hacer, ¡no tengo tiempo que perder!

Murmuran las envidias que debió vender su alma al diablo.
Desconocen que se guardó para ella el primer secreto de sus oligoelementos:
¡Vive cada día como el último!

¡Qué pena que os vais cuándo volveréis quedo un poco sola no pasa nada
mi casa es vuestra casa la puerta está abierta para cuando os dé la gana
ya estáis para siempre entre mis amigos bésame querida bésame so canalla
volved volved!


©CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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