martes, 4 de diciembre de 2012

PRINCESA POR COMPASIÓN




PRINCESA POR COMPASIÓN

Qué bien disimulas, querida tuya:
te pasaste la vida pidiendo, fingías que estabas dando.
Cómo a todos engañas, queridísima tuya,
más te amas que a nada, prometes querer a todos.
Grande es tu habilidad de engaño: no sólo los tontos te creen,
más inteligentes he visto besarte devotos los pies.
Ausente de todos ellos, en tus tacones volabas.
Nada te duele por nadie, ellos deben dolerse por ti.

Ayer mirándote en tu espejo del cielo, levitabas de presunción y pompa:
tú más reina que la mejor loca reinona.
Ínfulas las que tú te dabas, entre fiestas de aduladores, camellos y pagafantas.
Con los aduladores bailabas.
Bajo los camellos te revolcabas: a polvo tuyo las dos rayas del suyo.
Y el pagafantas de turno, que sí que sí que los tenías por turnos,
saldando tus deudas de juego era el que te llevaba a casa.
Mira tú que ese que más te quería no ponía su mano encima
de otra cosa de ti que no fuera la tuya.

Mírate tú queridísima que de todos te aprovechaste,
hoy a ratos entre la nostalgia a otros en el autoengaño,
aún no ves que para los demás, sólo eres y fuiste un lastre.

Ay queridísima tuya, que de aquel bello pájaro cantor
insinuándote alcanzable a tu coro de pájaros bobos
hoy quedas arrugada y sola
como el más inútil de los espantapájaros.

No vengas hoy por mí, repudiadísima mía,
que si por suerte entonces no te conocí
ahora hacerlo no quiero.

Intenciones ninguna tengo.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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