martes, 5 de febrero de 2013

PULSÓMETRO




PULSÓMETRO


Hoy no me encontraba el corazón.
Que no me latía ni me daba señales de vida.
Y no sé si es porque estoy muerto o disimulo o en el camino de serlo.
Pues para lo que hay que vivir me da que no vale la pena tanto latir y latir
como si en ello nos fuera la vida.

Que todos los días son iguales para el que nada posee y a esto lo llaman suerte:
el que viene es distinto y peor.
El primero de otro montón de días iguales
que con inocencia llamamos racha y nos decimos:
ya vendrán tiempos mejores. Con tal de que sean distintos.

Nunca llegan que nunca lo son
que sólo nos acostumbramos al nuevo combate
donde las hostias se sirven a pares.
Somos el púgil necesario para que haya ganador:
El otro.
El más fuerte el que siempre besa la gloria.

Nosotros besamos la lona y a ras de suelo tenemos la perspectiva perfecta
para ver de qué piel están hechos los zapatos que nos pisotean.
Si es de hombre o mujer, qué altura de tacón.
Son zapatos nuevos y duelen o están bien domados
de aplastar a la gente.

Hoy no me encontraba el corazón y ya sé por qué:
estoy en el proceso de abandonar este ring.
Me iré como vine, arrastras y sin que se entere la gente.
Que no me vean huir o no me dejarán partir.
Me dirán ¡ponte en pie!

Y vuelta a empezar con la fiesta de golpes,
y ya sabéis todos que esto
no puede tener otro fin.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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