martes, 11 de junio de 2013

10ª PAG. DEL NUEVO PROYECTO LITERARIO



falsas ilusiones a la población. Engañada, anestesiada con la falsa creencia de que Europa podía ser una grande y libre.

De esta superchería únicamente los grandes bancos obtuvieron enormes beneficios. El billete único fue su gran invento, pero sólo aportó ganancias al dinero.

La sucesiva y al principio imperceptible escalada de precios en aquellos países donde la moneda había sido más débil, esos sueños otra vez, trajo consigo una inflación silenciosa. La hiperinflación nunca declarada con porcentajes similares a tiempos de posguerra que nunca se quiso combatir: el euro era la estrella del momento. El último artista invitado a ese carnaval llamado la Europa de los no se sabe cuántos y el más intocable en la fiesta de disfraces.

Pero el fantasma del euro subió el precio de los combustibles y las materias primas en una esquina del mundo que se consideraba el centro aunque sin más recursos energéticos que el aire y el sol. Culparon de ello a los chinos: desconocidos lejanos convenientes. Esa subida de precios provocó el encarecimiento de la energía. Y ésta, el precio de todas las cosas. Salvo salarios para contener el repunto inflacionista hay que enfriar la economía que se ha recalentado. Llegó el principio del fin.

Si el idioma condiciona el pensamiento y éste gobierna la conducta en los individuos enteros, nunca pudo Europa estar unida y nunca lo estará. Más de doscientas lenguas distintas han dado fe de ello en el transcurso de la historia. Conquistas y reconquistas, sueños absolutistas, quimeras anexionistas, tratados comerciales e incluso experimentos de buen rollito fracasaron en el imposible intento de querernos como hermanos. Portugueses recelan de españoles, éstos de los franceses los franceses de alemanes nosotros de todos ellos e ingleses de todos nosotros. Nadie puede dar más, o menos. Con este poso de desconfianza no era de extrañar que la insolidaridad se hiciera política y la política carne. ¿Qué puede haber más carnal que dejar morir de hambre a tu vecino?

Así las cosas, Grecia a su moussaka, Italia a su pasta, Portugal a su sopa y España a su tortilla. Nosotros a nuestras salchichas con buena jarra de cerveza, arriba la Alemania unida ¿alguien dudó de la raza? La Dama de Plomo fue más inflexible que nunca y en un desesperado intento por conservar votantes se negó a colaborar en la deuda afirmando que cada cual era responsable de su quiebra. No ganó las elecciones como no lo
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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