martes, 11 de junio de 2013

13ª PAG. DEL NUEVO PROYECTO LITERARIO




botellas del duty free, oculta mi jeta entre las páginas de cualquier revista estúpida o devorando chocolatinas sentado en un discreto rincón. Me había esforzado mucho para dar este salto. Si no tenía marcha atrás ni futuro en Alemania me iría de allí aunque fuera el sujeto más perseguido por la interpol. Y si ese jodido apartado escondía alguna trampa para impedírmelo, saldría de allí corriendo: fuga superviviente necesaria.


-¡Tiene que marcar el número! –gritó el espía tras su cristal de seguridad y sus gafas de presbicia colgadas en la punta de una gruesa nariz. Supuse que eran las gafas de la mediana edad en su decadencia porque no las necesitaba para la media distancia.

-¡Sí, sí! ¡Lo sé!


Mentía. No tenía puta idea de que hubiera que marcar un número. No sé por que pensé que habría una llave en alguna parte y no un teclado donde introducir un código secreto. Lo cual sólo era una muestra de mi precipitación pues de precisar una llave, ¿me la iba a dar aquel tipo en su descriptible amabilidad? No. Antes llamaría a la policía. Y creía que estaba a punto de hacerlo si no resolvía con rapidez.

Un número, ¿qué número? Esto no era como en las películas donde con mirar la foto que hay al lado mismo del ordenador ya adivinan la contraseña de los archivos secretos del Mossad. Aquí sólo estábamos el espía, quizá del Mossad, los nichos de metal, y yo con mis insignificancias. Resignado metí las manos en los bolsillos y, ¡diantre, el marcapáginas! Recordé que había un extraño número en el anverso. Sacándolo, lo leí y comencé a teclear los números como si lo estuviera haciendo todos los días. Fue entonces cuando reconocí en la cifra la fecha de nuestra boda con el Auf Wiedersehen a continuación. Diese Schlampe!, pensé no sin razón. En realidad, aquel número era un mensaje, de despedida. Un hasta la vista y no me acuerdo todo junto.


-Tú jodiendo hasta después de muerta –murmuré en voz muy baja.


Y voilá. Tras un pitido largo de alivio, se abrió.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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