sábado, 24 de agosto de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte XXXV (relato no tan breve)



Pero el cine mudo blanco y negro con baja calidad y algo quemado con la sobreexposición, el eFe del tomavistas no terminaba de funcionar bien, desvelaban sin embargo que la cámara no pierde detalle. Aún a pesar de la falta de detalle por limitaciones técnicas.

Al pasar la filmación descubrió cosas que en directo pasaron inadvertidas: un poco por la voracidad de grabar cuanto pudiese, otro por la presión de quienes no querían testigos de sus actos. Como la verdulera gruesa pequeña teñida y zafia del puesto de lechugas. Con grosería y malas formas le gritó ¡A mí no me grabes!, al tiempo que apilaba dos cestas de lechugas para taparse la cara. No lo supo, pero con ello sólo consiguió ridiculizarse, pues por el ángulo entre ambos, lo que la cámara atrapó fue una mujer que tenía por cabeza dos cestas de lechugas. La verdulera reivindicándose como tal. De habérselo propuesto no le sale mejor a aquella torpe mujer.

Lo sorprendente es que ese personaje mal educado, sin estudios, con el único talento de gritar más que los demás y mentir mejor que nadie, había sido el anterior alcalde de la ciudad. Claro que eso fue en una época donde este puesto quedó vacante por falta de candidatos: la estimación a la baja de la política en las encuestas no daba lugar para el intento. So pena de caer en el desprestigio social y la burla. Como la verdulera ya vivía con ello, no se dio en su vida ningún cambio. Y tan orgullosa. Si bien, el bajón le vino cuando tuvo que volver a conversar con las lechugas: entró en cuadro agudo de rabia con insolencia crónica sin tratamiento posible. Y a vivir con ello. 


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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