miércoles, 2 de octubre de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte LIV (relato alargándose)



-He subido por la escalera. Y me he debido dormir al llegar aquí.

¿Por la escalera? ¿Esa de piedra? ¡No me haga usted reír! Por ahí no sube nadie hace más de medio siglo. ¡Es imposible!

-Cierto caballero. Seremos viejos pero no estúpidos. Por esa escalera no se puede bajar ni subir. A menos que alguien ayude con cuerdas desde aquí arriba. Y yo no veo a nadie más.

-¿Es que no sabe lo que es la gravedad? ¡Te atrapa como una telaraña! ¡No hay forma de deshacerse de ella!

-Pues yo lo he hecho. Hace unas horas, imagino. ¿Qué hora es? No importa, ahhh, qué frío. Me tengo que ir. 

-¡Ah, no, no! ¡Usted no se va de aquí sin darnos una explicación! Creo que nos la merecemos por haberle encontrado. ¡A saber qué hubiera sido de usted si le dejamos aquí! Tirado como un borracho.

-Borracho o algo peor, te lo digo yo, Adolf. Estos jóvenes de hoy son una perdición. Irresponsables…

-Suélteme. Le digo que he subido por la escalera. Y ya está.

-¿Sí? ¿Y cómo lo ha hecho? ¿Caminando tranquilamente? ¿Cómo quien pasea por la playa?

-Vengan aquí y se lo enseñaré.

Los tres se aproximaron al arranque de la escalera, pero Fausto no tuvo valor para asomarse; la experiencia había sido demasiado traumática y se quedó más retrasado que los ancianos. Éstos, desde el extremo mismo del acantilado, luchaban contra el viento. Retándose a sí mismos para ver quién tenía más aguante. Antiguos duelos de combate para comprobar el coraje del compañero enfrentado a las balas enemigas. 

-Abajo hay una plataforma. ¿La ven? Ahí comienza la escalera, y casi al final hay un descanso. Por ahí he subido. ¡Y ahora me marcho!






© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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