miércoles, 9 de abril de 2014

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte 125 (novela media)


Como dos refugiados ante el desmoronamiento de su mundo, ¿qué sentido tenía todo aquello? ¿Cuáles eran las actividades ocultas del, o de los, responsables de semejante hallazgo? ¿Qué transportaba habitualmente aquel carguero? En qué puertos fondeaba con qué bandera conveniente qué mercancías declaraba. Por qué había opio en los barriles. Para qué guardar tanto dinero en una caja que el descuido debió olvidar abierta. Quién hacía uso del revólver y ante quién. Y lo peor: quiénes eran los propietarios de aquellos miembros humanos. Quién los arrancó y por qué fue que los perdieron. ¿Estaban vivos cuando ocurrió? ¿Cuánto sufrieron? ¿Se produjo la atrocidad en ese barco o era algún tipo de comprobante? Una prueba de vida, o muerte. ¿Quedaban más sorpresas desagradables, estaban ellos y el resto de pasajeros en peligro, llegarían a destino o serían arrojados al mar después de robarles y torturarles? ¿Era extorsión chantaje secuestro tráfico de drogas? Pues salvo por las drogas, en los demás supuestos también ellos podían ser víctimas.

Un poco absortos en sus temores otro poco idiotizados y un mucho asustados, abandonan el almacén en silencio. ¿Qué significa dukaanka? ¿Tiene algo que ver la inscripción LIBERATIO en todo ese asunto de los dedos las orejas y el dinero? Protegidos por la noche ahora saben cuánto de qué modo. Cuando llegan a su rincón, sólo Fausto se atreve a pronunciar unas palabras.


-Tenemos que grabarlo todo, o nadie nos creerá.


Dos jornadas transcurrieron dando clases: él a ella ella a él. De cómo manejar una cámara de cómo usar una flauta. Disimulando con estas actividades y sospechando de cada adulto. Los niños quedaban fuera por razones obvias; no es que les faltara maldad, incluso puede que alguno fuera sobrado, pero sí capacidad organizativa. Así que en esa compañía de sospechosos al frente por méritos propios y responsabilidad estaba el capitán. Con su empalagosa amabilidad y sus respuestas evasivas.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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