sábado, 3 de mayo de 2014

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte 138 (novela media)



Se visten rápidamente. Felices por lo ocurrido y preocupados con el desenlace: no era bueno para ninguno que fuesen descubiertos. Podrían despertar envidias y éstas los problemas serios. Él le entrega un beso de reafirmación y abandona el bote sin ser visto. Al regresar con el nuevo gorro escondido bajo la camisa, Fausto se cruza con los tres africanos. Los dos altos conversando en swahili ni le miran; pocas veces Fausto ha sentido tanta indiferencia y eso que tuvo muchas, pero el bajito contrahecho le clava unos ojos de odio que detienen el pulso: pocas veces se ha sentido tan despreciado, y eso que tuvo muchas.

Este pequeño con mirada de asesino y actitud amenazante porta un machete mellado y un hacha pequeña. Hacha hecha a su medida. Ambos instrumentos ensangrentados. Hacha hecha deshechos: preocupantemente deducibles. ¿Era este hombrecillo del tres al cuarto un asesino gigantesco? ¿Coleccionista de dedos orejas y vete a saber qué miembros más aún no descubiertos? ¿Eran contrariamente a lo que pensó en un principio, estos restos humanos lo único que quedaba de ellos y no la mutilación de advertencia? El gesto rápido y cruel que convence de cualquier amenaza. De ser cierta esta nueva teoría, ¿dónde estaban los cuerpos?¿Qué había sido de ellos? Si la amputación era el trofeo, ¿estaba el cuerpo en el fondo del mar? ¿En el fondo del barco? O peor aún, ¿deshuesados en el fondo de las cámaras frigoríficas, para acompañar la guarnición y dar de comer al pasaje?


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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