sábado, 15 de agosto de 2015

NIKO & NIKA



NIKO & NIKA





Se conocieron frente a la puerta de Las Ventas.

En una protesta doble cuando protestar contra la fiesta,

esa Gran Fiesta de animales aniquilando otros animales,

sólo era asunto de desertores y antipatriotas.

Doble la protesta por ser ellos, dos,

los únicos miembros implicados.



Adelantados a su tiempo no supieron ver a tiempo la cordada

de grises contra ciudadanos preferiblemente honrados.

En consecuencia

mientras un golpe de corneta anunciaba un cambio de suerte

fueron, al momento, detenidos. Y a golpes, conducidos.

Antes de la puntilla, ya estaban en los calabozos de la DGS.

Y en los lóbregos sótanos de la falsa Puerta Del Sol

retenidos.

Otra suerte de puntilla. Otra mala suerte.



Detenidos, conducidos, retenidos, perseguidos,

por la celda a hostias de porra y de culata.

Un 38 Smith & Wesson del difunto comisario El Niño

que dejó huella e imprimió estilo en ese cuerpo de difuntos.

Siempre los suyos fueron sucios asuntos.


Cansados de palos, los paleadores, liberaron al doble comando.

Por la puerta falsa, la de La Sombra, con nocturnidad y saña.

Dos guantazos más antes de cruzar el umbral.

Para él cuatro por ser muy hombre.

Quién sabe si formal. Otro insulto a la Dirección General.



Detenidos retenidos perseguidos. Oprimidos:

con el peso del miedo contra el pecho.

Siguieron calle abajo,

qué otra cosa pueden hacer los perdedores sino descender,

durante los siguientes tres años.

Los justos para comenzar a quererse, encontrar trabajo,

buscar una guarida.

Empezar una vida, quizás.



Él era inventor, de objetos rotos.

Ella una modesta modista:

le cosió una docena de trajes

para que él fuera o pareciese el mejor.

No hubo tanto cambio de suerte en esos años

No sonó la corneta pero siempre quedó una puntilla pendiente.





Cayó el régimen fascistoide como cae todo,

lo bueno lo malo otra vez lo bueno…

Pasaron los malos ratos los años malos y buenos los buenos momentos.

Como pasa todo.



Comieron algo de pollo pocas veces cerdo ninguna ternera.

A veces perdices.

Casi siempre sopa que llevarse a la boca caliente.

Calientes las bocas deseando encontrase y comerse.

No había que comprar estos besos.



Fría normalmente la sopa:

de tanto esperar Nika a Niko. Cada noche.

A la vuelta de sus negocios y sueños.

De inventor sin hazañas ni importantes avances:

el mundo giraba igual con él que sin él.



Nika, Nika puede que también.



La mañana del 3 de febrero de mil novecientos bastantes

la corneta muda de las ventas pitó por el barrio:

anunció un inesperado cambio de suerte.



Niko dejó de esperar otro golpe de suerte otro trance.

Se marchó.



Tras muchos años de seguir planchando sus trajes

Nika también.



Hoy hay otro piso vacío cerca de la Puerta De La Sombra y El Sol.

Hoy hay otros dos cuerpos en La Almudena,

decúbito supino, bajo la fresca hierba,

mirando, ahora sí,

al sol. 





Todo o casi todo él, para los dos.

El comando doble de la doble protesta.






© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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