lunes, 14 de noviembre de 2016

SUZANNE







SUZANNE





A la puerta del camarote número 13 llamó hoy Susanita.
Con el sobrenombre de Suzanne viajaba de polizonte.
Se había colado en el barco hace más de 2 años. Cuando a lomos de Pérez,
el ratoncito escarlata con peluca de lagartija y manos de piña colada, entraron por la puerta falsa;
de carga del nivel menos tres del buque.
Entre cajas de munición Made in USA y gatos de la mala suerte Made in China,
pasaron los primeros meses.
Comiendo rellenos de paja y serrín y bebiendo agua de lluvia los días de tormenta floja.

Los de temporal salvaje tragaban agua salada como si fuera...
Como si no fuera agua de mar bravía.

Pronto dejaron la bodega de carga para subir al nivel pasajeros:
Pérez encontró un trabajo flexible haciendo felices a niños
con apariencia de desdentados.
Por cada hueco una moneda, robada previamente al maestre,
mucho más asequible que John el contramaestre: intolerante por definición.

Esas monedas trincadas Suzanne iba distrayéndolas por almohadas.
A cambio de que los niños sin dientes dejaran de dar por saco a los papas. Y mamas
-verdadera razón de su ser y estar en el mundobarco: que vivan los padres tranquilos
-de haber hecho por sus hijos algo-.

La travesía no presentó más problemas que las migajas robadas.
Algún escobazo frustrado y más de un escupitajo; acertado puag qué asco.

Pérez lleva ya dos semanas que no quiere dar palo al agua.
Y mira que es difícil cuando mar es lo que les sobra.

Ha conocido varón y quiere salir del armario.
Suzanne aconseja lo contrario diciendo que se va a llevar un tortazo. O sartenazo. O portazo o mazazo.
Que todo lo que sea salir ahí fuera no entraña sino peligros y no aporta más que problemas.
Que el mundo de fantasía en el que viven es de carácter reversible; por tanto recuperable.
El verdadero no hay gato que lo esquive ni ratón que lo remedie.

Pérez no atendió a razones y ha dejado sin completar los tres últimos encargos:
niño de 6 primer molar niña de 5 colmillo superior izquierdo niño-a trans 2 dientes frontales:
uno por cada género.

En el barco se está extendiendo la creencia de que hay una nueva epidemia:
periodontitis extremis, la llama el médico de abordo.
Un salamandro con pocas pulgas pero muy mala hostia para compensarlo.
Escupe cada vez que habla palabras con sabor amargo. Y ácido. Y cáustico. Y
Han dejado de consultarle pues está acabando con todos, enfermos y sanos. Intoxicación por mal aliento médico. Patología sin remedio. Y sin embargo.

Por la borda han arrojado ya a media docena.
No está preparado el barco para hacer de la cubierta
un melancólico campo santo.

Desatada la alarma que puede tornar el crucero en tragedia
Suzanne ha querido desvelar el engaño.
La raíz del problema y el origen de la confusión.
Por eso está ahora frente a la puerta del camarote número 13:
en él guarda el capitán todas las llaves, copias y originales,
de cada cuarto y armario que pueda esconder a Pérez.

Susanita conoce bien a su compañero y sabe que tras un idilio breve
volverá por donde suele: rendijas y laberintos. Nada de que el amor todo lo puede.

Y que éste alboroto tonto lo arreglan ambos tan solo con devolver
a cada cual su diente.

Deben mantener la ilusión para que las personas adultas,
niños con más frustración,
puedan seguir adelante.








© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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