sábado, 22 de abril de 2017

SKY BLUE VELVET SKY



"SKY BLUE VELVET SKY"







Tras años de navegar en pugna contra el abatimiento

tomaste la mejor decisión que en la bodega guardabas:

dos bolas balas de cañón bajo la línea de flotación

y fin a este viaje estúpido sin rumbo que lo remedie ni corrección que lo mejore.




Mujer harta muy hartita harta de todo y todos cuantos por tu agitada mar te sobresaltan

has dado otro gran salto al vacío desde el último paseíllo posible:

el viejo tablón que asomando del barco

final daba a los presos rebeldes.




Atravesada la delgada lámina que separa aire de agua

has dado un trago de sal líquida involuntario,

y aunque te ha producido la experiencia arcadas

pronto se ha desvanecido el impulso de vomitar aquello que te da asco.

Hubieras llenado otro mar con todos tus desagrados.




Pocos minutos y muchos metros después

una vieja tortuga marina te ha mirado sorprendida:

- ¡Y yo que creía haberlo visto todo! -se ha dicho -. Adónde irá esta malhallada

si ya partió la corriente del golfo.




No has sabido responderle: demasiado tarde para aprender el universal marino lenguaje de símbolos.




En lento y silencioso descenso hacia ese fondo de los mares

con la gravedad a tus tobillos atada como una bola bala de cañón al condenado

has pensado en la vida que hasta aquí te trajo.

Tratando de adivinar una razón y encontrar un sentido a tu eterna cadena,

la de trescientos eslabones de errores.




El primero fue decir Sí aquella, también primera,

ocasión en que debiste gritar No.




El último

haber dicho No en ese momento,

también último,

en que decidido estaba el Sí.




Con uno te fallaste a ti

Con otro fallaste a todos.




Con el resto de tus eslabones has hecho la leontina que hoy tanto pesa.

Por la que hacia el abismo desciendes sin embargo con una sonrisa.




Y es que este viejo mal de pesar y sopesar va a pasar a tu historia:

¡Qué carajos ya te importa lo que pasarte pueda!

Cuando todo está por descubrir

en este nuevo mundo

de criaturas fantásticas y silencios eternos.




Has llegado a profundidad de perpetua oscuridad

donde un millón de luminiscentes seres descubren hoy tu existencia.

Sorprendidos que están de la poca luz que reflejas.




Tú, mirándolos fijamente crees ver las estrellas.

Y que un universo infinito aguarda tu comparecencia.

Para que a los cuatro mares proclames

que todo cuanto dejaste fue porque te dio la gana.

Que no hay más cuerda que te ate ni norma ni ley ni mano que te someta.

Que nada te interesa nada ni por nadie volverías atrás,

arriba,

la mirada.




Que dejaste en la superficie

- quizás por superficiales -

miles de preguntas sin responder

e inútiles desafíos por resolver.

Amantes despechados hijos descarriados amigos defenestrados.

Lastre para qué te quiero lastre cuando hacia el cielo subir pretendías.

Por no lograrlo hoy vas lanzada hacia el extremo más lejos.

Es el pozo de todos los pozos.

Quizás el de todos los deseos.




Has tocado fondo:

el dormido polvo de millones de años se agita inquieto bajo tus pies.

Dos pisadas de conquistadora marcan tu nueva hazaña.

Y bajo ocho mil metros de agua salada paseas por tu mundo.

Tan antiguo como nuevo y desconocido.




Sesenta lunas pasaron antes de que mudaras tu última piel

y la presión te ha hecho cada renovación más pequeña.

Hoy un cuerpo diminuto de krill

coletea entusiasmado y feliz de haber olvidado el pasado.




Tras la drástica mutación a otro ser, has conseguido,

por fin,

olvidarte de todo cuanto una vez fuiste.




Ya no hay noches en vela

porque todo tu mundo es una preciosa noche perpetua.




Ahora

Puedes soñar

Eternamente

Lo que quieras.




























© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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