domingo, 15 de julio de 2018

EPÉNTESIS EVISCERAL


EPÉNTESIS EVISCERAL 


No saques tu cabeza de chorlita por la ventana del baño.

Asoma a un patio años 40, angosto, gris y saturado de cacofonías chismosas que te reventatán los oídos como una lata de cerveza.



No es agradable que pongas todo perdido con tus sesos.

De chorlita.



Si la duda es sobre qué balcón elegir para tirarte, no lo pienses:

el palo corto siempre es la opción más sensata;

mejor cuanto más cerca más fuerza en la pegada.



Evita los coches de la calle y los toldos de las cafeterías: amortiguan los golpes y puedes quedar imposibilitada;

imposibilitada en tu intento de suicidio épico y memorable.

Serás recordada por el fracaso.

Otro más que sumar a tu larga lista de fiascos y decepciones.



Tras una taza de café amarga como tu presente y dos cigarrillos negros como tu futuro,

concluyes con la sabiduría del pájaro carpintero,

ya no chorlito,

que hoy será otro día epentético.



Que soplarás con desgana la misma vela de siempre.

Ese trapo viejo que no lleva a ninguna parte.

¡Si al menos esta vela fuera un cirio para quemarlo todo!



Sólo das vueltas en tu oscuro rellano de escalera,

con la fregona de borrar pecados en una mano

y el exprimidor de los minutos lánguidos para cocinar tu habitual compota del aburrimiento,

en la otra.



Tras una mañana y media tarde de reflexión al calor de un rancio sol y sombra,

concluyes que tu vida entera es poco más que una epéntesis

estorbando en la dictadura diaria de existir.



Si por fortuna quedara algo de tinta en el tintero,

pondrías hoy el manchurrón grueso de un rotundo e imborrable punto y aparte

a este teatro absurdo e inútil que llamas vida

por no decirle muerte.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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