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miércoles, 10 de noviembre de 2010
E=mc2
E=MC2
Por la noche eterna del cosmos me desplazo en un viaje infinito.
En mi nave monoparental impersonal
descubro astros celestes nunca antes localizados por la tecnología del hombre.
Ni la imaginación de la mujer.
En los planetas no explorados me detengo buscando algún rastro de vida.
Bastaría un organismo microscópico para no sentirme solo
entre tantos universos paralelos.
No parece esto posible. Hasta el momento.
Paso horas o semanas mapeando, analizando investigando,
cada cuerpo que me encuentro.
Cada cuerpo celeste.
Sin resultado. ¿Será que yo estoy ciego?
¿O no saben descifrar la información mis equipos de medida?
O tal vez buscamos la vida equivocada y no sea el elemento básico el carbono.
¿Quizás el silicio o la electricidad?
Definida está la vida según nuestros parámetros.
Nosotros somos el modelo. ¡Quién lo diría!
Si una estrella que colapsa es una estrella que muere,
¿cuánto tiempo estuvo viva? Si lo estuvo y si nació.
No están claras las fronteras de lo cierto y de lo falso.
Lo real lo imaginado. Lo muerto lo contrario.
Cuando lo inerte permanece inalterable por millones de años,
en comparación la vida resulta un adorno del destino.
Un capricho doloroso de unos seres destinados a sufrir para morir.
A veces hago cambios bruscos de rumbo
intentando sorprender a algún planeta lejano viajando a velocidad luz.
Sin serlo y esto es lo extraordinario.
Cuando lo alcanzo, siempre es lo mismo:
oscuridad aquí y allá.
Pálidos reflejos me dan la percepción visual de la desolación que,
aquí y allá, es la marca del lugar.
Todo este tiempo de viajes en solitario
me ha servido para pensar.
Ya no soy capaz de hablar. No tengo con quién.
Y la nave la gobierno con el pensamiento.
O ella me gobierna a mí, según el momento.
Animado por explosiones de supernovas y estrellas gigantes,
hemos surcado la mitad de un universo por los atajos
de agujeros de gusano. Siempre es lo mismo:
al otro lado, nosotros y el resto silencioso.
La ausencia de gravedad ralentiza el tiempo
y envejezco más despacio.
Me pregunto de qué nos servirá.
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