COLORS
Cuando paseo por la ciudad voy tirando piedras a los tejados,
piedras que me llevo del campo, para que los gorriones salgan de donde están hospedados.
A falta de árboles, han adquirido el síndrome del onduline ®
y todos se ocultan bajo teja.
Son gorriones urbanos, al fin.
Sin duda hay en esto una moraleja, que no entiendo ni presiento,
por la que yo deba seguir en este vano intento de acaparar resultados y objetivos.
O quién sabe si ponerme a buen recaudo,
por lo que pueda ir pasando.
Desconozco si vivo una nueva etapa, o no más que un cambio de camiseta.
No diría de tendencia que desde que peino calvas uso gafas y monto implantes dentales,
a falta de otros aditamentos que transforman al hombre viejo en sujeto cyborg,
diría que no tiendo a nada.
Ignoro si mi propia nadería cuenta como causa, pero intención no tengo de morir en el intento; no vayan aquí a hacerme mártir antes de tiempo.
Por otro lado y no obstante
-no sé si añadir un diosmediante pues nunca se adivina cuándo el cielo nos reclama su venganza -
se me antoja que el antojo de romper las camisetas puede ser una opción interesante; por enérgica y renovadora.
Hay mensajes en ellas que ya no defiendo, diría que no queda ninguno por el que pronunciarme deba,
y romper esas envolturas compradas quizás sea la única forma de ser;
para el caso, mi propia marca.
Otra cosa es trascender, tal vez no deba aspirar a tanto, pues es,
este ser,
ya una tarea endiablada.
Por todo lo anterior y lo que vendrá después, he comprado la colección completa de Sprays El Levantisco.
Voy a pintarme en la piel mi nuevo eslogan de campaña. No se asusten, no me presento a nada y por nada, ni siquiera por mí mismo.
No vaya a parecer que ambiciono que me crean o quieran cuando ni siquiera estoy yo
en ninguno de los dos supuestos.
Es tan solo, dar una nota de color a mi vida,
lo que pretendo.
-Mi apuntador me susurra al oído que antes tengo que pedir permiso,
afirma que hay un impuesto para cada nuevo compromiso-.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE