sábado, 26 de septiembre de 2009

FAGO


FAGO


Andaba yo cambiando de células
embullado en plena revolución mitótica
cuando un guiño de luna
posó en mí su mirada albina.

Escondido entre fotones y electrones libres,
tal vez radicales,
viajaba un fago:
sonriente valiente.

Con mis defensas en reconstrucción
qué fácil fue la parasitación.
Anclado a la membrana plasmática
inyectó su ADN contestatario.
Inconformista.
Combinados su ARN y el mío
se fundieron las mariposas de los cromosomas.
Literal.

Nunca el saltacionismo pudo reafirmarse con tanta insolencia:
parió el azar al más fuerte monstruo.
Con esperanza.

Mutantes replicantes
entramos en arrebatada meiosis:
sinapsis desenfrenadas y subdivisiones experimentales.

Intercambio de información en código químico.
Cuando hay química, ya se sabe:
la polimerasa, que no descansa.

Amanecidos en el laboratorio del destino
nos sacudimos las viejas escamas.
Prescindibles células muertas.

Hoy volamos buceando
Buceamos al vuelo.
Cazamos pesca y pescamos bajo el suelo.

Debate la comunidad científica desconcertada
con esta nueva especie surgida de la hostilidad.
Y la necesidad.

Sorprende su elevado índice de adaptabilidad
Asusta su supervivencia total.

PAJARES

PAJARES


Bloody & Mary eran dos agujas muy brujas.
Perforadoras inagotables
tunelaron miles de galerías
entre las pilas de paja integral:
de trigo cebada centeno.

Inasequibles al desencanto y la derrota
se buscaron infatigables todas sus vidas.
Qué paradoja: una aguja buscando otra aguja.
En un pajar.

Hallándose al fin
se pincharon.

Una cosía heridas.
La otra se las cosía.
Inmediatamente
se enroscaron.
En una doble hélice.

-¿Qué dirección llevas?
Yo soy 5´ - 3´.

- Hay compatibilidad.
Yo 3´- 5´.

-Me sobra alguna guanina.
- La cambio por diez citosinas.

Bloody & Mary abandonaron el pajar.
Su lugar era el mundo. La libertad.
La de no tener edad.
No hay desgaste sin lastres.

Acurrucadas en un dedal
se dejaron llevar por la marea.
Liberadas de Ariadna y sus hilos:
para los atados. Los perdidos.

Cortaron umbilicales:
por necrosados. Por inútiles.
Extirpados como un tumor no benigno.

Mecidas en el anverso de una hoja de fresno
Surcaron con el viento los mejores momentos.

Los que son los primeros.
Los que fabrican los sueños.
Los que vivimos despierto.

martes, 22 de septiembre de 2009

EMPATAR


EMPATAR


Frente a un tablero de ajedrez
convocamos una partida prohibida:
ella blanco paraíso.
Yo negro infierno.

Blancas salen.
A veces ganan.
Paraíso adelantó casillero:
espoleó un buen caballo,
saltador y relinchón.
En dos magníficos brincos
mis torres desafió.

Con estrépito cedieron ambas:
cimentadas en vergonzosos prejuicios.
El barro, que todo lo embarra.

Abrí yo con mi alfil de mirada diagonal.
Escéptica y cáustica.
Rápido movimiento para plantar cara a la dama:
alada. De sangre real. Cuerpo real.
¿Era realmente una dama?
¿Por qué me concedía ventaja?

Tumbó a su rey sin corona.
Al mío lo ajusticié yo.
Y a su reina, con la corona de piedras.
Era una morena vulgar.

Liberados vasallos.
Liberados todos los súbditos.

Danzamos de casilla en casilla,
eliminando competidores y obstáculos:
estorbos sin futuro ni edad.

Solos, creamos un juego nuevo.
Con reglas sin compromiso.
O compromiso sin reglas.
Una ley sí hizo falta:
la de la enorme ventaja.
La misma que da la confianza.

Así amaneció un nuevo día:
Mucho sol, pocas nubes.
Ninguna amenaza a la caza.

Fieles a nuestro espíritu,
y a la ley,
sólo se podía empatar.

Nadie puede dar más.

jueves, 17 de septiembre de 2009

TIRANOS

TIRANOS


El profesor de francés era un ser corriente.
Y moliente:
a palos nos molía al no saber la lección.
Mató con un palo a más de cien
pequeños, inocentes,
cuando entró en combate.

Mi panadera era una mujer gruesa
afable y cariñosa.
Envenenó a una legión cuando se alistó:
cocinera en la última gran guerra.
La que está por llegar.

El fontanero era un hombre trabajador
honesto y complaciente.
Reventó una casa refugio cuando inspeccionó
las instalaciones.
Disfrutó con ello.

El cura ofrecía las ostias con la mejor de sus sonrisas.
Repartió hostias como nadie con la culata de su fusil.
Y su mejor carcajada.

La pianista de finas manos y voz aterciopelada,
amantísima de la música y las buenas maneras,
se soltó la melena cuando le entregaron el pabellón
de reclusos peligrosos.
Violó y después acuchilló a más de una treintena
antes de prender fuego al barracón:
tal vez fuera por amor.

Hacía reír el cómico en sus espectáculos
a teatro abarrotado.
Hizo llorar con satisfacción a todas las madres
cuando secuestró sus hijos para fabricar cremas:
y que otras madres se pusieran bellas.

El poderoso banquero y su pelotón de abogados
extorsionó, chantajeó, persiguió, y aniquiló,
a casi todos sus enemigos.
De rodillas gimió como un niño cuando se enfrentó
a su pelotón:
de fusilamiento.

El inocente afilador repasó los cuchillos
de las abuelas del valle
durante tres décadas.
A todas pasó a cuchillo cuando le asignaron
la limpieza de la enfermería de campaña.

El ecologista marino fotografió con sentimiento
el manto de posidonias.
También se entusiasmó con los modelos prestados por
el afilador, el cómico, la pianista, el cura, la panadera,
el profesor.
Auténticas naturalezas muertas para siempre inmortalizas.

Qué desconcertante paradoja.

viernes, 11 de septiembre de 2009

BLANCO

BLANCO


Alejándose cansina por un pasillo a contraluz
Desapareció la ciencia enfundada en una mortaja blanca:
extraño viaje por un túnel de pensamientos quebrados
caminantes perdidos en el reverso de su laberinto mental.
Indistinguibles sus sentimientos:
arrebatados
de sus emociones:
adulteradas.

Saludaba la ciencia a sus seres queridos
respondían rescatados del olvido.

Ante ese viaje de millones de años
quedé a la entrada de la boca de mina.
Pensativo pero no miedoso.
Acaso cegado por la luz del extremo,
del otro lado
Impresionado por la luz de la ciencia,
de sus hallazgos.

No pude evitarlo
Tampoco lo pretendí.
Dejando seguridades y certezas a un lado,
por inseguras, por no ser ciertas,
me adentré hasta encontrarme con ella:
Paciencia y Conciencia.

De su mano
todo era blanco.
Desapareció la oscuridad en las galerías
Y los seres perdidos nos sonreían al paso.

Durará este viaje lo que nos duren los fármacos
Mi preferido: la oxitocina.
También me inyecto dopamina, serotonina,
y muchas endorfinas.

Blanca es ahora esta metafase
Como blanco el pasillo a contraluz
donde me fugué con la Ciencia.

Mío fue este descubrimiento
Con nadie compartiré el gran premio.

martes, 8 de septiembre de 2009

25ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com

Se acabó la canción y comenzó a hablar el locutor, ya le extrañaba a Augusto que tuviera el camarero esa clase de música, y mucho menos aún que se molestara en pinchar discos.
Sin duda el tono gritón, las frases repetitivas, machaconas, las palabras arrojadas, escupidas al tun-tun por el micrófono, era algo que le irritaba profundamente por todo lo que tenía de excesivo y molesto. Difícil encontrar un programa musical cuyo locutor no fuese un charlatán de feria zaragatero y atronador con una más que ligera tendencia a la sobreactuación.
Decidió que ya había oído bastante, se incorporó y se marchó dando grandes zancadas pues era esta una de sus formas inconscientes de eliminar la agresividad.
- ¡Será imbécil el camarero este! ¡Pues no te fastidia que tiene puesta la radio! ¿¡Y el de la radio!? ¡A mí qué me importan Susana, Paco y toda su parentela! ¡Tanto palabreo para acabar como todos, diciendo el tiempo, la hora y el título! ¡Siempre le arrebatan a uno cualquier momento de inspiración!
Entre patada y patada, tanto de sus pensamientos como de sus piernas, pasó por el escaparate de una ferretería y el acero inoxidable resplandeciente del menaje de cocina expuesto le trajo a la memoria el accidente de Vero.
- ¿Dónde estará ahora? –se preguntó.
Desde aquel día en que él la acosó, la violó con ojos depravados, ella le retiró el saludo; la mirada, todo. Sin embargo, esa no fue la última vez que la oyó gritar.

24ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com

incongruentes, eructos y ventosidades de múltiples colores que el rictus de su pose había de soportar a diario. Ajenos siempre a la pobre sombra de unos magnolios enfermos y unos tejos mal podados.
Esto por no hablar de camellos y drogadictos que impune e impúdicamente cubrían negocio y satisfacciones sin que ni uno de aquellos maderos “a sus órdenes” se acercara siquiera pidiendo un poco de respeto. Todo ello había de soportarlo el protervo.
La megalomanía sangrante, pues, era tratada justamente: infinito contenedor de todo tipo de desechos orgánicos. Sin duda, el hombre de bronce... ¡era un ecologista! Y con este sacrificio póstumo devolvía a los arrebatados parte de la decencia que la vida, y él, les había quitado.
La plaza del caudillo, seguramente la más inmunda de cuantas Augusto había conocido, era en definitiva la más olvidada, la más solitaria, la que sin duda estaba más de espaldas a la ciudad; que no al revés. Pues allí iban a refugiarse los que se reconocían perdedores, los que sabían que sus vidas nada valían, los que, como él, buscaban la paz en el débil murmullo de una mugrienta fuente donde ni siquiera el agua parecía potable.
“¡Eyyy! ¡Qué pasa! ¡Ánimo gente que hoy es un día fantástico! Treinta y dos grados a la sombra, cuatro y media de la tarde. Seguro que te estás dando un bañito en la piscina más cercana. ¡Ayyy! ¡Qué envidia me dais! ¡A ver, el de la toalla a rayas! ¿Te da miedo el agua? ¡Bien! Vamos ahora con una petición que nos ha hecho Susana, de Yawobi. Para su novio que está haciendo la mili en Noril´sk y para que no se olvide de ella “How Deep Is Your Love”, ¡de los Bee Gees! ¡Y es que son eternos estos chicos! Como recordaréis fueron número uno de los sesenta primordiales hace ya algún tiempo. Estás escuchando Onda Musical, tu onda favorita. Pasa un minuto de las cuatro y media de la tarde; una tarde fantástica y espero que lo estés pasando en grande allí donde quiera que nos estés escuchando. ¡Para Paco de Susana que le quiere mucho: “How Deep Is Your Love”! Ya sabes... Bee Gees... forever.”

23ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com

insigne con el único propósito de desaguar en público; de hacer lo que muchos habían soñado: cagarse encima. ¿Puede haber un placer mayor?
A Augusto esto le parecía fantástico: por un lado, por el aire más bien, le llovía a la estatua la dosis diaria de excrementos, los cuales, reaccionando con el bronce extraían de él maravillosas tonalidades que el agua de lluvia no hacía sino lustrar más aún; por otro, por el pie, hambrientos y leishmaniáticos chuchos sin raza, familia ni pedigrí alguno orinaban sin descanso las cuatro esquinas de la granítica base sin amedrentarse, sin acobardarse un punto. Bien sea esto porque el gesto altivo y la mirada perdida del jinete estaban tan por encima de ellos que en realidad ni estaban; bien porque su pertinente presencia por aburrida llegaba a ser familiar y los sarnosos y diarréicos solicitaban, por supuesto sin conseguirlo, que el bastón de mando que tan orgullosamente extendía el otrora todopoderoso fuera arrojado de una puñetera vez, para que aquellos sin dueño tuvieran un palo con el que jugar, morder, cubrir de babas.
Como ni lo uno ni lo otro ocurría nunca la escena se repetía varias veces al día, todos los días; incluso los domingos de ir a misa y fiestas de guardar que celosamente respetaba el atinadamente elegido por Dios: defensor a ultranza de los valores, la moral, la unidad y la patria.
Y el olor nauseabundo, el aspecto deplorable, la metálica solidez cubierta de inmundicias no hacían sino alejar a los escasos viandantes que por allí pasaban. Augusto pensó que no había mejor forma de corresponder a la megalomanía: cubrirla con desechos intestinales; tapar lo ofensivo e insultante con lo abyecto.
–se dijo. E inmediatamente lo vio claro: aquella efigie estaba allí para dignificar, engrandecer, casi santificar la vida de los vagabundos. “Ese hombre” compartía cielo y suelo con los que no tenían otra cosa; la media docena de bancos mal cuidados servían de lecho cada noche a los únicos compañeros que le quedaban. Aunque éstos no le prestaran nunca mucha atención ocupados en menesteres más imperativos que la mera contemplación como era comer; perdidos en sus abstracciones de ebrio perpetuo cuya conversación no iba mucho más allá de unos sonoros ronquidos y algún desvarío ininteligible. Palabras

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mala calidad; y aquella señora que grita de forma ininteligible en la esquina de la plaza le congela a uno el ánimo: amordazado e incapaz de poner un pero o un reproche. Augusto tampoco sabía por qué, pero la miseria era misérrima en una mujer. Y aquel señor vestido con un antiguo uniforme de la marina no cesa de increpar a los transeúntes, los cuales con un magnífico juego de piernas le esquivan sin rozarle, oírle ni sentirle. – pensaba él en voz alta.
- ¡Su cerveza! Son doscientas. No está muy fría pero es la última que me queda.
Sin duda el camarero tenía una gran capacidad para la interrupción.
- Tenga.
Aquel beocio recogió el dinero que con tanto desprecio Augusto había dejado sobre las manchas de café que había en la mesa y, sin decir buenos días, se escondió en su local: un negocio decadente, olvidado y tan condenado al fracaso como muchos de los asiduos a aquella plaza.
“La plaza del caudillo”, como era vulgarmente conocida. Y no porque fuera éste su nombre auténtico, sino porque ocupaba, presidía, dominaba, por que no decirlo, el centro de la misma una estatua ecuestre del eviterno.
Seguramente aquél era uno de los pocos lugares en los que todavía se podía ver las cenizas de aquella falla grotesca, malquerida y felizmente incinerada que había sido la pasada España; con sus, su, gobernantes-ninots nunca indultados colgando de ella como hienas de su presa: desangrándola, despedazándola, devorándola viva sin cambiar de mueca. Insaciables dentelladas sin el perjuicio de una risotada.
Sin embargo, aquella estatua seguía allí; y quizás fuera esta la mejor forma de demostrar el inmenso desprecio que los vecinos sentían por el descastado. – había escrito oportunamente algún artista del graffity. Y esto no significaba otra cosa que permitir que esas ratas del aire utilizaran tan desmesurada representación ecuestre como aliviadero diario para sus corrosivas micciones. Con los años, cientos, miles de palomas visitaban, o habían visitado, al

21ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com

Los reflejos de las enormes cristaleras ya no permitían seguirle la pista, así que Augusto se recompuso en la silla y esperó sin mucha prisa su pedido; mientras tanto del bar se escapaba “Wanna Be Starting Something” de Michael Jackson y, como si en la plaza ya no hubiera otro ruido, él se dejó llevar.
Un carro de la compra, desmembrado y lleno hasta arriba de cartones atrapó su pensamiento. A éste le seguía un cochecito de niño, no menos viejo y deteriorado, cargado con bultos de ropa sucia pero cuidadosamente atados al esqueleto metálico del vehículo. Saltó con la mirada hasta la persona que tiraba de todo aquello para descubrir a un hombre de edad indeterminada que, de puro encorvado, era difícil identificar en él a una persona.
De no haber sido por sus atavíos habría pasado por la plaza y nadie hubiera reparado. Como un hombre invisible al que las miradas, quizá por la costumbre, quizá por una indiferencia bien entrenada, ya eran capaces de eliminar de todo escenario posible.
Augusto descubrió entonces, como si se acabara de estrellar en el mundo real, que aquella plaza que rara vez frecuentaba era de una riqueza de miserias impresionante. Por alguna razón que todavía no había acertado a entender, aunque las personas “per se” le parecían en general insustanciales, los desposeídos, los olvidados, los arrojados y escupidos de la sociedad, desvelaban en él cierto interés. Tal vez no fuera más que un deseo de entender, incluso de justificar el porqué de su infortunio -acaso una curiosidad cinegética a la que sin duda se podía disparar con las postas de la ley-, o quizás un sentimiento de dolor compartido lo que siempre le atrajo de aquellos que no tenían nada. Puede que en cierto modo él fuera uno de ellos, pues donde éstos estaban solos, él también; cuando habían sido rechazados, también él. Si ellos pedían limosna, en el fondo, Augusto también; aunque la que él necesitaba no pudiera recogerse en un sombrero.
De repente parecía que la plaza se hubiera llenado de mendigos. Descubrió que cuando aquel tiraba de sus carritos, minúsculos vehículos de carga en los que sin duda arrastraba toda su existencia, todo lo que de él había sido, el otro dormía sobre unos cartones con el traidor abrigo de un tetra-brick de vino, sinónimo sin duda de

TRIÁNGULO


TRIÁNGULO


Hipotenusa era de figura delgada
Línea fina
Efímera como un suspiro.

De pelo caoba y lacio
Un ojo en cada extremo:
para lo propio y ajeno.

Altanera y estirada como una soga:
la del ahorcado linchado.
Con su guardia perpetua viajaba.

Y ambos catetos la ahogaban:
siempre tan juntos
tan prietos.

No era aquella una relación de cuadrados
Ni cubos perfectos.

Sí de tensiones angulares
De diferentes grados
De fractales parciales.
Nunca imparciales.

Hipotenusa y catetos tenían al mundo revuelto
Al científico y místico

Los tres se habían hinchado
hasta formar un círculo, imperfecto,
y explotar.

HITO

HITO


Peregriné una vida entera
supuse que era en compañía.
Abrí los ojos, vi que estaba solo.

Todo el camino fue un sueño.

Abandonado a mi suerte
busqué un horizonte lejano.

No fue suficiente.

Alcé la mirada hacia el punto infinito
donde nada es cercano.
Ni humano.

Clavé mi bastón a la vera del camino
Con rabia y odio.
No pude evitarlo.

Una grieta profunda me dejó un pie a cada lado.
Marché de allí confundido
Y hastiado.

Fue aquel un gran día:
abandoné mi pasado a su suerte.
Al futuro me agarré de la mano.

ATEMPERADO

ATEMPERADO


Sentado sobre los minutos enmoquetados
de mi biblioteca
he fumado con delectación el tabaco de pipa
con el dulzor de las ilusiones de un niño.

Traerá la paz que tanto nos falta.

Contando las hojas de los libros caídos
me ha salido un número infinito
de dudas sin resolver.

Repasando los capítulos de la teoría holística
acerca de cómo se construye una vida plena
he adivinado el énfasis del autor en la relatividad
de la no existencia.

Desfilando por esta ventana que da a un patio
de difuntos
han pasado los títeres que gobiernan el mundo.
El grande y pequeño.

Alborotado en un todo y un nada
he leído el diccionario de atrás a delante.
Aprendiendo palabras que nunca he usado.
Ni entendido.
Tal es el vano vacío.

Haciendo trenzas con las piernas
me he sumergido en un pozo con ellas
He salido volando hacia ese lugar
donde nada se repite.
Y el que no nada se ahoga.

No me he hecho ilusiones
Tampoco tú.

Nada es real
Nada es ficticio

Nada es.

¿A qué esperas para sentarte a mi lado?
Y fumar este dulce tabaco.

Por si no lo sabes
te estoy invitando.
Esto sí que es extraño.

lunes, 7 de septiembre de 2009

18

18


Nací en un día como hoy:
nada tenía de especial.
Madrugué gritando y llorando:
signo de los tiempos.
Asomándome al mundo sin pena ni gloria
fue lo primero que hice vomitar:
acto reflejo producto de la observación.

Tarde para arrepentirse
no quedó otro remedio que crecer.
Y de cuando en cuando cumpleaños:
es lo suyo.

Pasaron los años y los regalos.
Unos los conservo, otros me los quitaron.
El último, el más inesperado:
una caja sorpresa con programa de apertura retardada.
¡Siete meses menos un día!

En aquella caja, fuerte, 18 plumas
De Cisne Real, y reales.

Una para marcar mis libros
Dos para taparme los ojos cuando no quiera ver
al mundo que me parió.
Tres para cada uno de mis pies:
siempre me estimuló correr.
Cuatro para hacerme unas alas
¡Y volar!
Cinco por ser los sentidos con los que yo te miro.
Quedan las otras tres para reponer lo anterior.
Cuando sea menester.

Hoy pienso que, quizás,
no fuera tan mala idea
eso de nacer.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

COFRE

COFRE


Buscando en el baúl de mis tesoros
encontré muchas cosas.
Las más, quedaron devaluadas:
depreciadas con el cambio de los tiempos.
Hasta el amor
pierde su valor.

Entre ellos hallé unos papeles
cartas de amor en clave:
la dicente había escrito un telegrama.
Era urgente.

Con un artículo arrancaba a declararse:
el 45. 4. C.
reconocí aquella Circunstancia Excepcional,
pues de las Matanzas era huída.

Decía haber pasado seis meses junto a una Virgen.
En un Camino donde fijó su destino.
Investigando psiques.
¡Muy clínica!

Delincuente confesa
con ocho años la procesan.
Desertora traidora,
terrorista,
atentó contra la Administración.
Violó Deberes y Funciones.
Abandonó a su suerte Centros y Neurociencias.
Sólo pedía cobijo
a cambio de nada pues nada tenía.
¿Qué fue de aquel cisne?

Desplegó majestuosa sus alas.
Y el vuelo alzó poderosa.
La seguí,
hasta donde me alcanzaron las fuerzas.

ESPÍAS

ESPÍAS


Descubrirás entre mis papeles algunas notas:
a pie de página. Pie de foto.
Pie plano.
Algún pie roto.
Creerás que los escribí por ti.
Por él o ella.
Confundirás el yo, tú y aquel.
No sabrás leer.
Ignorante insultante.

Alegarás motivos de mucho peso
Como pesadas son las razones que no son tales.
Aclamarás, difamarás.
Calumniarás.
Sabes que algo siempre quedará.

Escuchándote está el mundo
que quiere creer bajezas de los demás.
Son las vidas de los otros las que gusta escudriñar.

Enterradas están tus trampas
con los errores de los que dices tus enemigos.
Tú los creaste.

Te beberás el agua de ríos y fuentes
Envenenarás el resto.
Robarás la hierba del vecino
Engordarán tus vacas con ella.
Cazarás furtivo.
Pescarás en veda.
Manipularás. Mentirás.
Matarás.

De todo, otros culparás.
Distraes bien la atención a quien a ti debía vigilar.
Tal es tu habilidad.
Colgado está tu uniforme:
de obrera.

Te miran inquietas las alimañas.
Sólo ellas conocen tus artimañas.
Ya se sabe: entre la misma calaña.

Has espiado entre mis baúles. Mis notas.
Sólo hallarás palabras rotas.
Uniéndolas a tu antojo,
has inventado un pasado nuevo.

Por qué será.

OLA Y HOLA

OLA Y HOLA


Hago memoria.
Restauré un viejo velero y me lancé a la aventura.
Cortando mares atravesé océanos
dejándome arrastrar por corrientes profundas.

Pasaron jornadas donde mirar lo era todo.
Y no era nada.

Un tornado tornó mi velero.
Una galerna me devolvió a las cavernas:
oscuridad y frío.
Todo superé.

Amaneció soleado una mañana de agosto.
En el horizonte, un velero balsero.
Arropada en una toquilla trajo el viento una canción.
A la misma hora en que mataron a Lola.

Como yo, viajaba sola.
En su neopreno varias costuras:
cicatrices de grandes colmillos
mordiscos de un pasado carcelario.

Sonrió y saludó. Saludó y sonrió.

Curtida en luchar contra el viento,
y la marea,
me pareció fuerte,
y segura.

Envidié su mirada ilusionada y valiente.
La esperanza en los ojos de un niño.
La sorpresa en la mente de un adulto.
El raro privilegio de comenzar de cero,
siendo consciente de ello.
No queriendo perder un solo detalle.
Siendo un segundo un segundo eterno.
El espacio de tiempo que condensa el mundo.

Ella no abandonó su barco
Ni yo el mío
Pero navegamos juntos
De puerto en puerto.

Tuve suerte, aún hoy,
lo hacemos.

SÍ, SÍ PASARÁN

SÍ, SÍ PASARÁN


No pasarán a la historia los cobardes
Los arrugados
Los pusilánimes.

No pasarán a la historia los que consienten
Los que huyen
Los que ante el poder asienten
¡Y sonríen!
Los que las injusticias ignoran
Los que arrojan la espada
Los desertores traidores.

No, no pasarán a la historia, pero vivirán.

Los valientes
Los que mueren como héroes
Los que luchan por lo que creen
Los que defienden valores.
Estos sí pasarán.
Pero no vivirán.

Es el mundo el refugio de los falsos.