sábado, 26 de septiembre de 2009

FAGO


FAGO


Andaba yo cambiando de células
embullado en plena revolución mitótica
cuando un guiño de luna
posó en mí su mirada albina.

Escondido entre fotones y electrones libres,
tal vez radicales,
viajaba un fago:
sonriente valiente.

Con mis defensas en reconstrucción
qué fácil fue la parasitación.
Anclado a la membrana plasmática
inyectó su ADN contestatario.
Inconformista.
Combinados su ARN y el mío
se fundieron las mariposas de los cromosomas.
Literal.

Nunca el saltacionismo pudo reafirmarse con tanta insolencia:
parió el azar al más fuerte monstruo.
Con esperanza.

Mutantes replicantes
entramos en arrebatada meiosis:
sinapsis desenfrenadas y subdivisiones experimentales.

Intercambio de información en código químico.
Cuando hay química, ya se sabe:
la polimerasa, que no descansa.

Amanecidos en el laboratorio del destino
nos sacudimos las viejas escamas.
Prescindibles células muertas.

Hoy volamos buceando
Buceamos al vuelo.
Cazamos pesca y pescamos bajo el suelo.

Debate la comunidad científica desconcertada
con esta nueva especie surgida de la hostilidad.
Y la necesidad.

Sorprende su elevado índice de adaptabilidad
Asusta su supervivencia total.

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