domingo, 6 de noviembre de 2011

PASAJE


PASAJE

Caminando con mi perra enferma al curandero,
veterinario de título bata y buenos honorarios,
hallé que al matadero la llevaba sin quererlo.

Con una jeringuilla rosa expiró
abierto su vientre tripas fuera
vida huyendo
dejando en mí la pena negra
del cómplice asesino arrepentido.

Muerta quedó entre mis brazos
cuando bien viva estaba hacía solo un rato.
Muerto de angustia y culpa quedé yo,
cuando no sabiendo qué ocurría la ignoraba.
¿Morirás por fin?
¡Morirás dejándome vivir!

Aún por esperada,
es siempre la muerte de tus otros mal venida.
Vacío y dolor,
en ti se instalan.

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