Este antipoema se lo dedico a una persona muy querida, que ya lo recibió en su momento, y que espero supiera entender cada frase y cada punto. Cada ausencia y todo lo no contado: clamando como no puede lo que sí está dicho.
A ENRIQUE
Yo que nací con los últimos fríos del invierno,
cuando aquellos inviernos verdaderos eran sólo para valientes.
Yo que nací entre Novillas y novillos,
entre ovejas y cabras y burros y mulos.
Yo que me crié en campos de sequía y escasez
de hambre y de miseria,
cuando el hambre era hambre verdadera,
y la miseria algo infinito.
Yo que jugué y trabajé y jugué a que ese quehacer
era algo divertido.
Cuando los juegos eran sencillos
pues antes fue el juego que el juguete.
Yo que, sin saberlo, caminé entre dinosaurios y,
como ellos, corrí, grité, lloré,
huí de casa para encontrar la paz.
Como dinosaurios volé para escapar de la destrucción,
la agonía.
Tal vez la muerte.
Yo que en esos tiempos oscuros recalé en una Venta
donde encontré a mi hermano.
Y que en esa Venta ahogué mi infancia con un sudario negro.
Huyendo disfrazado, cubierto,
con la piel de otro hermano.
Yo que a tiempo solté aquella nueva amarra.
Y amarrados, como hermanos,
marchamos a conquistar la ruta charra.
Yo que atravesé el tempestuoso pasillo
donde se perdieron las vidas y conquistas,
que crucé el Canal sin Mancha y regresé victorioso,
llenos mis baúles con el botín de una experiencia
jamás antes contada.
Yo que en el verano de la vida hallé el amor tardío
la ilusión de la progenie,
el envejecer juntos.
De juntos ante el fuego hacer migas a los nietos.
Yo que anticipé el otoño en las tormentas de verano
Que miré al abismo de la soledad,
Que caí en él.
Yo que me precipité al fondo donde vagan
los que se llaman a sí mismos perdedores.
Que saboreé la amargura de los sueños rotos.
Que vi llegar el final de los días,
el abandono de todo lo que creí inmoto.
Yo que sufrí como ya había olvidado,
que, de nuevo, tuve que abandonar la casa
para encontrar la paz.
Yo que dejé la senda de los derrotados
Que arrastrándome salí de aquel valle de vencidos
para recuperar mi vida que ya no era mi vida.
Yo que vuelvo al invierno en que nací.
Más cansado pero casi entero.
Que de entre todos los pedazos supe abandonar lo intrascendente.
Yo que recuperé mi zurrón,
humilde herencia de pastores,
para llenarlo solo con lo importante.
Que después de tanto andar por fin hallé mi caduceo.
Yo que entre las arrugas y las canas del tiempo ya pasado
he reencontrado una ilusión calmada
que no me inquiete,
pero que me estimule y me despierte de mañana.
Yo, ahora sí,
Sé que puedo decir
Que yo he vivido.
CON CARIÑO.
Kisses and huggings.
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