miércoles, 6 de octubre de 2010

LA SOMBRA


LA SOMBRA


Se reúnen cada mañana los hombres en el café la sombra.
Debe ser el nombre y la costumbre de vivir entre rejas
lo que les hace huir de la cárcel de sus casas para ingresar
voluntarios
en otra claustrofobia.
Similar, oscuro lugar.

Sirve Genaro, el dueño aburrido y solitario,
café bien cargado:
así explotéis todos, murmura por dentro recogiendo la moneda.
Ridículo beneficio a su trabajo monótono y diario.

Beben café amargo y fuman.
Fuman para reventar, beben para no perder
el punto de amargura del hogar en todo el día.
Ese punto de nicotina y cafeína que conduce sus vidas al infarto:
el último estallido muscular.

Hablan poco. De mala gana:
duro es volver a la lucidez del día viendo las mismas caras repetirse.
Como la propia: cada cual reflejándose en el espejo de los otros.

Los lunes algo se anima la jornada con el fútbol:
tercer ingrediente necesario del intragable rancho de sus vidas.
Los viernes decae el entusiasmo. Nada peor que el horizonte próximo
de un fin de semana…
en el hogar: mujer e hijos.
Más aburrimiento y gritos.
Pero hasta que llegue la pesadilla de verlos a todos reunidos, bebamos.
Bebamos este último trago de café amargo.
Que hoy hay suerte:
aún es martes.

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